Manuel Baldomero Ugarte nació en Buenos Aires el 27 de febrero de 1875. Escritor, diplomático y político antiimperialista. Tanto su vida como su obra fue silenciadas por la cultura oficial argentina y el establishment durante generaciones.
Partidario de la explotación estatal de los recursos naturales y del desarrollo industrial intenso, comprendió que no era posible un gran crecimiento de las fuerzas productivas en los estrechos marcos de cada uno de los veinte estados latinoamericanos.
Su idea de la unificación latinoamericana —el gran mercado interno para la gran industria en desarrollo— está ligado al propósito de rescatar a la América Latina del atraso económico en que se hallaba en 1900 y conducirla a un estado económico-social superior. Pero comprendió también que la posibilidad de esa unificación y de ese crecimiento estaba estrechamente ligada al logro de la liberación nacional y social del Pueblo argentino. Para que la Patria fuese Grande debía ser Libre.
De temple perseverante, Ugarte, por sus postulados nacionales, populares y latinoamericanos, se enfrentó duramente con las castas de los partidos políticos tradicionales argentinos, ideológicamente foráneos. Incluso, en su carácter de político socialista, discrepó en varias oportunidades con la dirección el Partido Socialista, que decretó su expulsión partidaria en 1936 a raíz de las declaraciones públicas de Ugarte, probablemente demasiado patriotas para un partido que prefería la no intervención estatal en materia económica, por supuesto falaz.
Es por demás comprensible dicho conflicto, entre un patriota industrialista y un partido que sostenía los postulados de su fundador Juan B. Justo, al que, como explica Arturo Jauretche, le resultaba «inadmisible la protección aduanera y la intervención del Estado en la promoción del desarrollo industrial, porque el socialismo científico del «maestro», partía […] de que había que hacer lo mismo que el socialismo de los países científicos, para los cuales la división internacional del trabajo redundaba en beneficio de sus trabajadores. En consecuencia, el «maestro» Justo fue liberal en economía, oponiéndose a la protección para mantener el bajo costo de las importaciones» e impedir el desarrollo de una industria nacional, condición inseparable de la existencia de trabajadores industriales. [en Zoncera N°12 del «Manual de Zonceras Argentinas de Jauretche»]
Así como combatió en el plano de las ideas a los «vendepatria», en consonancia con su ideario político estuvieron sus convicciones a la hora de dar el visto bueno a las acciones gubernamentales de corte emancipador. Fue así como sostuvo la neutralidad yrigoyenista ante la Primera Guerra Mundial y el desarrollo de la primera empresa petrolera estatal del mundo, Y.P.F., creada por iniciativa del Gral. Mosconi. En años posteriores al golpe con olor a petróleo, se relacionó con FORJA, el grupo de radicales fuertes que pensaban el país desde la óptica nacional, apoyados en la acción gubernamental y la doctrina del primer presidente nacional y popular, Don Hipólito Yrigoyen, y que sentaron las bases del Pensamiento Nacional ejecutado en el Primer Plan Quinquenal del Gral. Perón.
Una década más tarde, en 1946, y luego de largos años de sufrir el silenciamiento por parte de la prensa y los «políticos profesionales», a decir de Ugarte, decidió regresar a su Patria. En mayo, acompañado por Ernesto Palacio conoció al presidente. La simpatía y las coincidencias políticas entre Perón y Ugarte sugieron instantáneamente. Prueba de ello es que, durante ese mismo año, Ugarte fue designado Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en la República de México. Este hecho marca su primer reconocimiento oficial en su amada Patria, después de prolongados viajes y exilios. Manuel Ugarte tenía entonces 71 años. Pasó a ser embajador de Nicaragua y, en 1949, de Cuba, sin embargo poco tiempo después se alejó de la función pública aunque sin dejar de prestar su apoyo al gobierno justicialista.
Es así que en noviembre de 1951 retornó a Buenos Aires con el objetivo manifiesto de sufragar a favor de la reelección de Perón. Luego de los comicios que concluyeron en la reelección del presidente, decidió instalarse en el lugar donde había residido a principios de siglo, en Niza, Francia. Allí falleció el 2 de diciembre de 1951.
«Al día siguiente [de su muerte], los diarios de Buenos Aires informaron, en gacetillas minúsculas de siete u ocho líneas: ‘Ha fallecido en escritor Manuel Ugarte, desconociéndose si fue un accidente o suicidio…’ pues al ingresar al lugar donde vivía sintieron fuertes emanaciones de gas. Lejos de su tierra, solo, este eterno batallador dejó de existir [en cuerpo], a los 76 años. El mayor de los silenciamientos cayó sobre él.» Cristina Piantanida en «Los Malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos», Coord. Norberto Galasso, 2005, Ed. Madres de Plaza de Mayo [Recomendamos su lectura para ampliar los datos biográficos sobre Ugarte].
Más sobre el pensamiento de Ugarte en la sección de Frases y Pensamientos
«Manuel Ugarte. Un argentino maldito» de Norberto Galasso
«LA NACIÓN LATINOAMERICANA» de Manuel Ugarte, con prólogo de Norberto Galasso
Disponibles para descargar en .pdf en nuestra Biblioteca Digital.
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