Reproducimos a continación un fragmento del discurso de John William Cooke en la sesión del 7 de septiembre de 1949 -Homenaje a Saldías- en la Cámara de Diputados:
“Creemos que nuestro presente y nuestro futuro argentinos se encuentran precisamente allí en el fondo de la historia argentina. Nosotros -a diferencia de los integrantes de la oligarquía-, no creemos que todo debe ser importado. Creemos que no deben ser importados los hombres, los capitales, las ideas y los dogmas; que las soluciones nacionales se encuentran en la tierra argentina; que la fuerza de superación de este país está en el hombre de la tierra, en nuestra clase desposeída, que fue despreciada siempre por la oligarquía.
En ambas posiciones -en la de la oligarquía y en la nuestra- hay coherencia, señor Presidente. La oligarquía -algunos de cuyos hombres fueron venales, otros a los cuales San Martín calificó de felones, y muchos de ellos que creyeron de buena fe que labraban el porvenir de la patria- constituyó una mentalidad conceptual y trató de influir en el país para que todas las generaciones futuras siguiesen pensando como ellos. Eran, en realidad -y esto se puede demostrar perfectamente-, instrumentos del imperialismo extranjero.
Inglaterra nos acechó desde que nosotros conseguimos nuestra independencia política en 1810. Canning lo declaró así en cartas memorables: «América española es libre, y si nosotros sentamos rectamente nuestros intereses, ella es inglesa».
Muchos estadistas ingleses contemplaron las grandes posibilidades que estas nuevas tierras argentinas tenían para el comercio inglés; mientras con las colonias americanas establecían un sistema de férreo monopolio de comercio -que fue el que dio origen a la revolución de los Estados Unidos-, con nosotros proclamaban el libre cambio, porque aspiraban simplemente a una sustitución, reemplazando el virreinato español por su dominación económica. Por eso reconocieron nuestra independencia y por eso favorecieron la independencia de la América española convencidos de que ellos habrían de reemplazar la dominación española por un dominio más sutil. Lo consiguieron varias veces y varias veces fueron derrotados; esperemos que ahora lo sean para siempre.
En el aspecto conceptual la oligarquía intentó siempre emponzoñar la mentalidad argentina con una serie de falsos dogmas, que los llamados grandes de las historias -los fabricantes, además, de la historia «oficial»- han venido repitiendo a través de los tiempos. Nos hablaron de capital extranjero «civilizado y progresista», de la incapacidad nativa para la industria y para la conducción de empresas, de la necesidad de que el Estado no tuviese injerencia en las cuestiones económicas; y al mismo tiempo, al que luchó contra la oligarquía o contra los intereses que ella directa o indirectamente representaba, se lo calificó de «tirano», de «sanguinario», de «antiprogresista», de «bárbaro».
Lo mismo se hace ahora con nosotros, con los hombres que queremos reaccionar contra esa concepción falsa que sigue impresionando a los hombres, que estamos seguros, creen en la independencia económica y en la absoluta soberanía argentina.
Los dos términos del silogismo de la oligarquía son perfectamente coherentes: por un lado los dogmas históricos; por el otro los dogmas económicos; detrás de ellos el imperialismo.
Nuestra posición es inversa: creemos que solamente se puede obtener la liberación económica nacional a través de la destrucción de esos dogmas históricos falsamente fabricados. Y contra nosotros emplean los mismos recursos: se nos tilda de totalitarios, se dice que somos antidemocráticos. Seríamos totalitarios y antidemocráticos si nosotros, creyendo en la barbarie y en la tiranía de algunos hombres, siguiésemos elogiándolos; pero nos proponemos demostrar -y lo hemos conseguido si se estudia el problema objetivamente- dónde estaba la verdadera barbarie, dónde estaban las fuerzas del país y dónde los enemigos de la nacionalidad.
Todo esto es una trama coherente, y las dos posiciones, la de la oligarquía y la posición popular, están perfectamente delineadas. Nuestra postura es la más democrática, porque reivindicamos lo popular contra las fórmulas importadas del extranjero, porque reivindicamos a los hombres que fueron representación de la masa argentina contra los hombres que sólo fueron representantes de pequeños intereses del círculo; porque vamos al elogio de los caudillos que son representación del sentir nacional, en contra de la oligarquía de todos los tiempos, que solamente es la representación de sus propios intereses o de los intereses extranjeros, cubierto todo ello con el manto de los dogmas históricos y de los dogmas «democráticos» y «civilizadores».
Afrontamos, señor Presidente, esta posición porque creemos que no es destructiva sino constructiva; no somos un grupo de perversos a la búsqueda de estatuas para tirarlas al suelo; no somos un grupo de hombres escudriñando el pasado argentino para arrojar lodo entre las figuras ya consagradas en el bronce. Repito que la verdadera clave de la historia argentina está, precisamente, en el conocimiento de nuestro pasado histórico, aunque lamentemos tener que herir a algún hombre público, a algún hombre a quien otras generaciones han rendido su tributo, creemos que únicamente destruyendo esa historia maliciosamente falseada, esa concepción completamente incoherente con la realidad nacional, podremos encarar el problema.”
Fuente: Acción Parlamentaria. Tomo I. Obras Completas de John William Cooke – Compilador: Eduardo L. Duhalde
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