Vivian Trías y la búsqueda por el socialismo nacional – Por Emmanuel Bonforti

Fue el ideólogo del socialismo nacional uruguayo, debió desmontar el andamiaje teórico heredado de Emilio Frugoni. Su vocación pedagógica y compromiso militante lo llevó a interpretar la realidad nacional y latinoamericana desde un marxismo situado espacio temporalmente y vinculado a los procesos de descolonización del Tercer Mundo.

Innumerables trabajo se dedicaron a estudiar la recepción del marxismo en América Latina. Existe un consenso en relación a estos estudios sobre la complejidad en que se produjo la aplicación de las categorías marxistas a principios de siglo XX y cómo fueron mutando a lo largo de la centuria. El caso uruguayo continúa esta inercia pero con algunos elementos que le otorgan singularidad. En esta nota analizaremos el proceso de ruptura iniciado por Vivian Trías con la matriz eurocéntrica del socialismo de Montevideo para identificar algunos de los aportes analíticos del autor a la teoría socialista latinoamericana.

Dentro de las tesis heredadas por el marxismo se encuentra la concepción del desarrollo social, una teoría acerca de la evolución de la humanidad que responde a una linealidad atravesada por contradicciones materiales que determinan un conflicto y que suponen un cambio de orden. Como concepción eurocéntrica encuentra límites, entre éstos la pretensión de pensar a la humanidad como un conjunto homogéneo. Cruzando el Atlántico y descendiendo en los flamantes veinte grandes puertos latinoamericanos la concepción de desarrollo social no sufrió alteraciones en un primer momento. El respeto casi canónico al marxismo europeo en su proyección teleológica de la historia aparecía con una impronta providencial en las ciudades portuarias, y Montevideo no escapará a esa lógica.

Marx y Engels situados en un clima epocal poco se dedicaron al estudio latinoamericano. Posteriormente, la II Internacional Marxista encontró en su accionar el primer acto de omisión a la realidad latinoamericana por parte de los interlocutores socialistas europeos.

Es injusto caerle al marxismo como método por el uso de sus interlocutores, si bien esta teoría social podría ser el último rayo del iluminismo de un período, su predicamento fue precisamente en dirección contraria al edificio social construido por la burguesía. Al cruzar el Atlántico la retórica y la praxis de sus interlocutores parecen conciliar en el escenario de conflicto y ser el ala izquierda de los grupos sociales interesados en mantener el orden instituyente de desigualdad. Ejemplos de tal situación serán el Partido Socialista Argentino (PSA) y su homónimo uruguayo.

Pero toda recepción de ideas tiene condiciones materiales que explican el proceso, el marxismo encargado de revertir el sentido de las categorías en América Latina se desarrolla en un momento histórico de conformación de la colonización capitalista, altos índices migratorios, consolidación de la División del Internacional Trabajo y del perfil latifundista y monoproductor de nuestros países. Claro está que no se trata de enjuiciar a una rica teoría social ya que las ideas no son buenas o malas por naturaleza, sino que son útiles o nocivas para el desarrollo social. En este caso, la apropiación mecánica por parte de los marxistas rioplatenses resulta inapropiada para analizar las complejidades de una realidad dependiente y semicolonial.

Situándonos en Montevideo en 1889, con un 47% de su población europea y el 85% de su industria estaba en manos de hombres del viejo mundo, gran parte de sus trabajadores son inmigrantes. La realidad indica una falta de interés acerca del mundo mestizo tradicional por parte del principal hombre del socialismo uruguayo de principios de siglo: Emilio Frugoni. Paradójicamente un referente formado en el materialismo histórico promovía y adaptaba una visión del marxismo montevideano ajeno al pasado oriental por considerarlo como bárbaro y criollo. El sujeto histórico de este socialismo era el hombre de la ciudad, la moneda caía del lado de la inmigración para cambiar las condiciones sociales de reproducción en la pujante ciudad oriental de principios de siglo.

En su obra La Generación Crítica Ángel Rama sitúa dos grandes ejes temporales y teóricos de la Generación. Un primer momento que la ubica entre 1938 y 1955 donde el interés que motiva a la Generación son los temas internacionales, sobre todo el fenómeno de la guerra y el correlato ideológico. Un segundo momento que comienza en 1955 y tiene la impronta del renacimiento nacionalista, Rama lo caracteriza como reencuentro con el país. Sin ser Trías mencionado como hombre de esta Generación los vaivenes y cambios de la misma son aplicables al derrotero del autor.

A partir de este momento es donde se observa una gran producción por parte de Vivian Trías. La década del 50 es el período de latinoamericanización del Partido Socialista Uruguayo y latinoamericanizarse era una forma de nacionalizarse. Y este es el momento en que socialismo uruguayo comienza a separarse del vínculo siamés que había generado con su par argentino. Trías es un convencido de dar la discusión al interior del partido a través de una vocación nacional, y el tiempo le dará la razón. Será compañero, entre otros, de Raúl Sendic y Guillermo Chifflet. Si el espíritu de una generación es sentirse parte de un cambio, ya sabe que en 1950 llegó la hora de que el marxismo sea un instrumento de liberación nacional.

El largo camino hacia el socialismo nacional había comenzado. En primer lugar Trías en su método necesita identificar algunos problemas propios del capitalismo periférico, es decir, el accionar imperialista, una vez esto podrá pensar en la construcción de un socialismo de impronta nacional.

Se advierte la utilización de un el lenguaje marxista con sello epocal, así aparece un concepto de contradicción. Como un marxista clásico realiza un recorrido que va de lo general a lo particular, considera que la primera contradicción es la que se origina entre la burguesía y el proletariado en las naciones occidentales. En este esquema se da la primer formulación de Marx sobre el desarrollo social enmarcado en un conflicto de clases clásico que se consolida al calor de la segunda Revolución Industrial. Así, la esperanza en la contradicción se daría en que el fantasma que recorría Europa se materialice en una gran escalada revolucionaria. Trías observa que la burguesía bloqueará ese sueño decimonónico en la fase imperialista del capitalismo ampliando su tasa de ganancia gracias al plusvalor que le otorgaban las colonias.

La otra contradicción que surge en el análisis de de este ideólogo es la que se origina al interior del campo socialista. Una vez que las naciones llevaron a cabo su revolución esta se encuentra en el método apropiado para construir una comunidad socialista internacional y a la vez se expresa como experiencia de transición en los procesos de post guerra.

Por último aparece la contradicción imperialismo versus movimiento revolucionario de las colonias y semicolonias que enfrenta cara a cara a los principales antagonistas del escenario internacional. Trías identifica tres grandes actores; el imperialismo, las burguesías metropolitanas agentes defensivos y locales del imperialismo que tratan de ahogar el accionar del último actor y las masas semicoloniales.

Este escenario expresa el fin de la saga de las contradicciones, no hay espacios para fuga, no hay posibilidad de conciliación entre los antagonismos, no existe instancia de mediación, sólo habrá espacio para uno de los antagonistas.

La contradicción principal aparece atravesada por la dimensión temporal y se despliega en el modo de organización y las formas sociales de producción de un período y con éste las formas de organización, la lucha y la resistencia generan herramientas teóricas y prácticas para resolverla.

El desarrollo de la última contradicción se inscribe en lógicas de intercambio comercial que se expresan en el concepto marxista de desarrollo desigual y combinado. Está ley implica que deben ser las metrópolis las que tenga las riendas del intercambio comercial donde existe un esquema homogéneo y nacional del capitalismo. Es decir, donde se cultiva un nacionalismo de vocación expansiva.

Del otro lado se encuentran las sociedades periféricas que actúan en términos económicos de forma complementaria. Son economías abiertas al mercado internacional con estructuras heterogéneas a lo largo de su territorio donde conviven diferentes modos de producción. Las metrópolis se encargarán de bloquear cualquier intento de extender y darle un registro nacional al desarrollo del capitalismo en estas regiones.

Detrás de esto sobrevuela la idea de contradicción fundamental que es la que enfrenta al socialismo con el capitalismo. Y cabalgando en paralelo la contradicción principal de la época. Las décadas del 60 y 70 son de cambios abruptos y vertiginosos y en las obras de Trías se observa por momentos análisis y esperanzas cruzadas: de la ilusión en la Revolución Cubana al lamento por los golpes de República Dominicana, el gorilazo brasilero y la dictadura de Onganía en Argentina.

La contradicción contiene un elemento de relación de poder y equilibrio en las relaciones del sistema mundo desarrollado por Trías, esto es, el análisis de la geopolítica. Lo trabaja desde una experiencia situada, una ruptura clara en el método marxista rioplatense de principios de siglo. En el contexto de la contradicción principal y luego de la salida de Gran Bretaña como la gran metrópolis imperial de la región, identifica a los Estados Unidos como el actor concreto en la fase imperialista de la contradicción principal y es quien regula la dinámica de las relaciones internacionales en la región.

El accionar yanqui lo trabaja desde la ley de desarrollo desigual, donde en sus acontecimientos el mundo aparece cada vez más integrado y los cambios cada más acelerados y desiguales. De esta manera caracteriza geopolíticamente el momento como integración satelital: los raquíticos países sudamericanos giran satelitalmente en relación a un centro, los Estados Unidos. Sin embargo, entre esos países también se advierten competencias y relaciones de desiguales, generando instancias de prácticas de subimperialismo como es el caso de Brasil.

Este tipo de integración satelital se debe fundamentalmente a un estadío del imperialismo, marcando que anteriormente el satélite o la metrópolis apuntaba a una política de división o balcanización en la región, mientras que en el periodo de la contradicción principal la metrópolis opera en la búsqueda de una integración dependiente a los fines de garantizar sus negocios.

Lo interesante de la propuesta de Trías es que está complejizando la idea de integración, en momentos en que el desarrollismo promovía una agenda de integración ficticia acorde a las exigencias del centro económico de EEUU.

A su vez, sostiene que la integración por sí no es buena, es un instrumento y todo va a depender de las relaciones de poder en su utilización. La integración puede afianzar el subdesarrollo o puede ser liberadora. De ahí que hable como integración para la dependencia o integración para la liberación.

El otro gran aporte de la teoría marxista de este intelectual tiene que ver con sus análisis históricos, instancia que es propia del proceso de nacionalización de la Generación Crítica que trabaja Ángel Rama. En este punto, con el abordaje de la construcción de un sujeto de cambio y el rol del imperialismo durante el siglo XIX, historiza el presente pero también politiza el pasado.

El origen de la dependencia de la región es posible identificarlo en lo que caracteriza como nación desgarrada o balcanización, un claro guiño a la izquierda nacional argentina y a la figura de Jorge Abelardo Ramos. La separación de la Banda Oriental, del Alto Perú, la lejanía de las provincias serranas, el accionar de las fuerzas centrífugas locales en relación con el imperio británico durante el siglo XIX, promovieron un territorio balcanizado.

Pero lo más importante de esto es marcar las consecuencias, que fueron: el atraso económico, la ausencia de un centro de desarrollo autónomo que emerja como un mercado único y la creación de una comunidad económica, la construcción de una mirada Atlántica en las relaciones comerciales y las disputas intestinas por parte de países hermanos.

El epílogo del accionar de este desmembramiento tiene a la Guerra de la Triple Alianza como eje del análisis, el último episodio de resistencia de la vieja Nación criolla. Trías como otros autores señala el rechazo popular hacia un enfrentamiento fratricida impulsado por la corona británica y sus alfiles, el imperio esclavista del Brasil, y la Argentina de Mitre. La guerra marca la resistencia de la nación criolla y en la esencia de ésta se encuentra el sujeto de cambio de siglo XIX, el criollo, el mestizo, el gaucho. Lo que para el primer socialismo de siglo XX era la política criolla, el método marxista de Trías invierte el sentido de ese sujeto otorgándole un lugar progresivo en la teoría de desarrollo social construida desde la periferia.

De esta forma concluimos con un breve análisis de la obra de Trías en su intento por romper con un cordón umbilical formativo de características liberales que desprestigiaba el accionar de las masas populares como sujetos de cambio. Comprender al actor significó haber analizado previamente las condiciones históricas que generaron la aplicación de la Ley de Desarrollo Desigual. Romper con estructuras teóricas rígidas y resignificar la apropiación del marxismo desde la periferia fue el anhelo de Vivian Trías en su búsqueda de profundizar la idea un socialismo nacional.

Por Emmanuel Bonforti. Sociólogo. Docente en la Universidad Nacional de Lanús

 

Fuente: Batalla de Ideas

 

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