Era un 1° de mayo de 1948, cuando el entonces Presidente Gral. Juan Domingo Perón anunciaba la nacionalización de los ferrocarriles argentinos, tomando posesión de aquellos, que en su gran mayoría estaban en manos extranjeras, principalmente inglesas.
Ese día, una multitud esperaba impaciente frente a la Estación Retiro la presencia de Perón y Evita para festejar juntos la nacionalización de los ferrocarriles. Lamentablemente no pudieron asistir al acto, dado que el Presidente se encontraba recién operado de urgencia por apendicitis. Por esta razón, fue necesario improvisar una comunicación telefónica que fue grabada y transmitida al Pueblo reunido, ansioso por tener noticias de sus líderes. Además, el jubiloso acto público contó la presencia del Ministro de Obras Públicas, general Juan Pistarini, en nombre del Presidente. Miles de personas festejaron la decisión gubernamental de estatizar las redes ferroviarias, hasta el momento en manos de empresas británicas, francesas y belgas.
Esta decisión se basó en los trabajos de don Raúl Scalabrini Ortiz, ex integrante de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) quien supo apreciar el rol fundamental de los ferrocarriles para el desarrollo económico y social de la Argentina. En sus investigaciones, Scalabrini Ortiz señala no sólo casos de corrupción individual, sino auténticas estafas de las empresas ferroviarias inglesas para con el Pueblo argentino, haciéndole pagar al Estado por cosas inexistentes, engrosando sus gastos (el Estado garantizaba el 7% de ganancia) e incluso impidiendo el desarrollo de determinadas zonas del país, o la explotación de recursos que hubiesen complicado la importación desde Gran Bretaña (como fue el caso del petróleo del noroeste). La primera respuesta del Estado a esto fueron los ferrocarriles de Fomento, con los cuales se construían ramales para desarrollar regiones que para el capital extranjero carecían de interés.
En esa línea, el Ministro de Transportes del gobierno peronista, Tte. Cnel. Juan Francisco Castro, afirmó durante el acto del traspaso definitivo del servicio de trenes al Estado Nacional que “quien posee el dominio de los transportes, posee el de la producción”. Esa verdad ha sido demostrada históricamente, tanto en aquellas épocas en las que el país contó con independencia económica, y en consencuencia con soberanía política, como en aquellas que fue sometido a una condición semi-colonial.
Gracias a la nacionalización de los ferrocarriles solicitada personalmente por el propio Scalabrini Ortiz a Perón, se «compró soberanía» y la República Argentina pudo fijar su propia política de transporte, los precios de las tarifas, puso en funcionamiento talleres ferroviarios y desarrolló su industria para la construcción de vagones, coches y locomotoras, disponiendo de tecnología de punta con las obras del Ing. Livio Dante Porta en vapor y el Ing. Pedro Saccagio en diésel.
Para no extendernos más, les dejamos un video sobre la negociación para la adquisición de los ferrocarriles y los servicios públicos explicada por el mismísimo Perón:
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