Enrique Mosconi (1877 – 1940) – UN MALDITO EXCLUIDO DE LA HISTORIA OFICIAL
Nació en Buenos Aires el 21 de febrero de 1877, en una casona, ubicada en la calle Rivadavia, siendo hijo del ingeniero italiano Enrique Mosconi y de María Juana Canavery. Cursó el bachillerato en el colegio San José.
En mayo de 1891, ingresa al Colegio militar de la Nación, cuando contaba 14 años de edad. Se gradúa tres años después como subteniente de infantería con diploma de honor. Es destinado a cumplir servicios en el Regimiento 7º de infantería de línea, con asiento en Rio Cuarto, Córdoba.
Tan solo con 18 años se le encomienda redactar un reglamento para infantería de campaña, incluyendo instrucciones sobre pasaje de curso de aguas por medio de puentes y el manejo de explosivos. Va perfilándose su inclinación hacia lo tecnológico.
A fines de 1896 asciende a teniente, se traslada a Buenos Aires y se inscribe en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, donde sigue la carrera de Ingeniería, egresando, cinco años después, como ingeniero civil. Por entonces, con 25 años, se lo reconoce como ingeniero militar.
En este momento, su actividad en el campo técnico es de gran importancia. Es destinado al Estado Mayor General del Ejército.
A los 30 años ha demostrado al ejército sus excelentes condiciones, por lo cual es enviado a Europa para perfeccionarse en los Cuerpos Especiales del Ejército Alemán.
Con un bagaje de interesantes conocimientos, regresa y es destinado como segundo jefe del Batallón de Ingenieros de Azul.
Para poder comprender el pensamiento y su entrega a la patria debemos recurrir a sus máximas: “Soy de los que creen que el triunfo es siempre obra del carácter y de la voluntad, más que de la inteligencia y de la ilustración”.
A partir de octubre de 1912, se produce un punto de inflexión en la vida de Mosconi, al ser nombrado integrante de la Dirección Técnica de la Escuela de Aviación Militar, entablando una sólida amistad con el presidente del Aero Club Argentino el ingeniero Jorge Newbery.
En marzo de 1920, con el grado de coronel, es nombrado director del Servicio Aeronáutico del Ejército: él lo llamará “la quinta arma”.
La labor desarrollada es impresionante, impulsando la aviación civil, creando aeroclubes y en enero de 1922, el Grupo I de Aviación Civil.
En esa época, cumpliendo sus funciones, vive un episodio que lo marca a “fuego” de por vida. Ante la necesidad de compra de combustible, Mosconi envía a un oficial con la orden de compra a la oficina de la Wico, pero el gerente de la compañía le responde que no le entregaría la nafta de aviación, si antes no erogaba el importe correspondiente. Seguramente, Mosconi se pregunta de qué vale tener un ejército organizado si se carece de soberanía para usar recursos que provienen del país.
El 19 de octubre de 1922 es designado director general de YPF, empresa que recibiera casi en formación y que al renunciar, en 1930, era la más importante en su género de Latinoamérica. Al asumir Mosconi, la empresa era deficitaria, producía 350.000 metros cúbicos de petróleo anuales. En 1925, inaugura la Destilería de La Plata [¡construida en 11 meses!] y en 1930, Y.P.F. alcanza a producir 900.000 metros cúbicos de petróleo anuales.
Para Mosconi el enfrentamiento con los trusts petroleros internacionales era un hecho de liberación económica, de ejercicio de la soberanía. Deja por sentado que la explotación petrolera argentina abarco todo el proceso de esa industria: extracción, almacenamiento, destilación, transporte y venta.
El pensamiento de Mosconi deja en claro que las empresas mixtas, con 51% de capital del estado y 49% de capital privado nacional, deben tener un presidente y dos directores, nombrados por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado y los accionistas. Con este esquema, Mosconi quiere resistir las presiones de los trusts y alcanzar interesantes beneficios para la empresa nacional. [Sin embargo, a raíz de su experiencia domo director general de Y.P.F., declara que “no queda otro camino que el monopolio del Estado pero en forma integral, es decir, en todas las actividades de esta industria: la producción, la elaboración, el transporte y el comercio […] sin monopolio del petróleo es difícil, diré más, es imposible para un organismo del Estado vencer en la lucha comercial las organizaciones del capital privado”.]
Al producirse el golpe militar del 6 de setiembre de 1930, que depone al presidente constitucional, don Hipólito Yrigoyen, Mosconi se declara leal al gobierno. Esta decisión se funda en las profundas convicciones democráticas y además, en que el caudillo radical levanta decididamente la bandera de la nacionalización [total] del petróleo. Espera la orden de sofocar la rebelión, con varios jefes de los altos mandos, pero la decisión no llega y el gobierno se derrumba. Inmediatamente, es detenido y luego, en 1933, lo pasan a retiro.
La vida de este patriota se apagó el 4 de julio de 1940, en su casa, que había adquirido con un crédito hipotecario, faltándole pagar aún varias cuotas. Su nombre es bandera de la defensa de los recursos naturales, especialmente del petróleo y su lucha y su trayectoria no han recibido aún los merecimientos que corresponden.
Fuente: Marco Roselli. Pág.145. Los Malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos. Vol. I Ediciones Madres de Plaza de Mayo
Foto de La Baldrich Espacio de Pensamiento Nacional.
Dejar una contestacion