Por Suriana Cichero Lalli. Corresponsal del CENACK en Siria.
Hace un par de semanas se cumplieron cinco meses de estar en Siria. Cinco meses de haber cumplido el sueño de poder venir y caminar por estas tierras milenarias que históricamente fueron –son– la cuna de la civilización de la Humanidad en el mundo árabe y en Occidente. Sin ir más lejos, Damasco, la capital siria, es la capital continuamente habitada más antigua del mundo, además de ser Patrimonio de la Humanidad. ¿Quién no querría venir y ver todo esto? Este es un anhelo que en mayor o menor medida, tenemos todos los descendientes de sirios/as, y que muchos empezamos a verlo casi imposible cuando se desató la guerra a partir de marzo del 2011. Años enteros preguntándome si algún día podría venir, si en algún momento la guerra se terminaría. Decenas de veces preguntándoles a mis familiares si creían que la guerra tendría fin. Me partía en pedazos el sólo hecho de saber que nuestra gente acá se estaba muriendo, que hasta familiares nuestros estaban siendo asesinados, y además, todavía persistía mi sueño de poder conocerlos, y por lo menos, no morir en el intento. Mis familiares, quizás, manoteando algún tipo de esperanza, me respondían “pero claro que se va a terminar, vas a ver, vas a poder ir…”. Diálogos que siempre me rememoraban a las viejas preguntas que me marcaron de chica:
“Má, ¿algún día Palestina va a ser libre?”
“No te queda la menor duda, hija. Palestina va a ser libre.”
Siempre les creí -y les creo- por más difíciles y lejanas que fueran sus afirmaciones.
Y por creerles, hoy escribo desde acá. Estando en diciembre de 2018, la guerra contra el terrorismo está por terminar. Luego quedarán las arduas negociaciones con EEUU, que tiene 12 bases militares en el norte de Siria y además financia a las Fuerzas Democráticas Sirias (organización kurda) que ocupa todo el este del río Éufrates, contundente porción del territorio nacional. De esta manera es como EEUU está asentado en Siria. A 7 años de comenzada la guerra, el Estado sirio, su Ejército, su pueblo –que también agarró las armas para defender a su tierra- las Fuerzas Rusas, las fuerzas del Partido Qawmi Suri (Siria/Líbano), la Guardia Revolucionaria Iraní y Hezbollah, ya liberaron a la mayoría de las ciudades de los terroristas del ISIS, el Frente al Nusra y otros. Ya existe la certeza de venir y poder vivir bajo seguridad. A pesar del sufrimiento todavía visible y a pesar de los continuos ataques de Israel y EEUU –ayer hubo otro más, sin ningún disfraz- no hay algo más increíble que ver cómo Siria se está levantando a pasos agigantados.
Los medios hegemónicos siembran “cuentos cortos” fáciles de leer, o montan “shows” para cubrir realidades que necesitan mucho más que un espectáculo en un noticiero. Basta con parar la oreja y escuchar la música de fondo que usan los noticieros cuando hablan de una guerra en Medio Oriente, o basta con poner cualquier película de Hollywood sobre el mundo árabe y ver cómo construyen la figura del árabe-musulmán, asociándola al terror, la barba y la barba-rie. Y así también funcionan los “mass-media” (massive media), los medios hegemónicos de comunicación. Al ser masivos, usarán muy poco tiempo para construir conceptos fáciles de emplear, fáciles de incorporar, imágenes estereotipadas muy fijas, definiciones fugaces que interpelen en cuestión de segundos y que luego se mantengan arraigadas en todos nuestros subconscientes, acompañándonos en nuestra manera de vivir y hasta condicionándonos en las decisiones más imperceptibles de nuestras vidas. Miremos para adentro: ¿cuánta gente va en el colectivo y elige sentarse en otro asiento si ve que se está por sentar al lado de una mujer tapada o de un árabe con túnica? Escuché esto muchas veces. “Y es que da miedo” susurra el inconsciente colectivo. Sin ir más lejos, hasta hace dos días tuvimos dos hermanos argentinos presos por ser musulmanes.
Nosotros desconocemos “esa cultura” que, para colmo, es demonizada desde hace décadas hasta en las películas de Disney para chicos. Miremos “Aladino” nuevamente y prestémosle mucha atención. Ya en los primeros minutos vamos a encontrarnos con definiciones sobre el mundo árabe estereotipado. Los únicos árabes buenos en “Aladino” son… Aladino y su enamorada, porque son árabes pero con el tinte occidental “libre, rebelde, cuestionador de reglas, solidario y amoroso” en ambas personalidades. ¿Te diste cuenta? El resto, todos bárbaros, gordos y brutos. (Y ahora miremos un segundo a la Argentina: ¿no es así el estereotipo del “peronista/sindicalista” también?). Esto sucede porque los estereotipos políticos nunca están aislados. El argentino que se auto-percibe “civilizado” y se autodenomina “apolítico” será más proclive a sentir cierto desagrado por el “gordo bruto sindicalista” y cuando sea el momento, a sentir miedo por el “árabe musulmán barbudo”.
Así funciona el ala cultural y mediática del imperialismo. Sobretodo a la hora de hablar de guerras en sus medios periodísticos y de construir a sus propios enemigos internacionales. Y máxime, si en esas guerras están involucrados ellos mismos, los dueños de dichos medios, (difícil que no estén). BBC, New York Times, Washington Post, The Economist, CNN, Financial Times, con su gigante bajada informativa hacia Sudamérica con O Globo y Clarín. Empresas como Google, Apple, Amazon, Twitter y Netflix complementan el redireccionamiento de nuestras búsquedas y el contenido de nuestro entretenimiento, más la fabricación de las Fake News y los famosos “Trolls”, (algo que los argentinos/as padecemos en abundancia). Así es como dispondrán de todo su aparato comunicacional para construir imágenes/relatos que les permitan condicionar los futuros nacionales y, globalmente, edificar la imagen de “los enemigos del mundo” (léase: de los Estados Unidos y aliados), mientras ellos salen ilesos ante la opinión pública internacional.
Esto es lo que hicieron con Irak, Libia y Siria.
La guerra en Siria comenzó así, con los medios masivos y hegemónicos de comunicación y con operaciones desde las redes sociales. No hubiera habido guerra en Siria de no haber habido guerra mediática global contra Siria. Nos pasó a nosotros mismos con nuestros familiares en Siria. Veíamos videos sobre ataques, llamábamos preocupados a nuestros familiares y ellos nos respondían: “¿pero qué ataques? Acá no pasó nada”. Luego esos videos resultaban ser de Irak o Palestina de años anteriores. Con videos viralizados y Fake News se empezó a buscar el descontento general en la ciudadanía siria en contra de su propio presidente; se empezó a fogonear al máximo la disputa entre etnias y religiones diversas (en Siria conviven más de 18 religiones y etnias diferentes); se organizaban pintadas y escraches en las paredes de las ciudades; se organizaban salidas desde las mezquitas todos los viernes para marchar por las calles con consignas en contra del gobierno (los ciudadanos sirios cuentan que nunca llegaban a 20 o 30 personas). “Allahu Akbar” (“Dios es grande”) era la consigna religiosa que resonaba al unísono en estas manifestaciones, ante un Estado que, además de haber afianzado políticas nacionales contrarias a los intereses estadounidenses e israelíes, es laico.
Casi de un día para el otro, -los ciudadanos cuentan- “pasó de haber manifestaciones a haber persecuciones con violencia y sangre. Empezaban a perseguir a las minorías religiosas, los secuestraban, los torturaban, los decapitaban y no aparecían más. Quizás, después, les devolvían el cuerpo a la familia, pidieran o no previamente un rescate, fuera éste pagado o no”. El objetivo empezó a ser el terror. “Era tan evidente que eso estaba siendo manejado desde el exterior, porque después ya no eran sólo sirios, que siempre fueron pocos. Eran saudíes, afganos, turcos, jordanos, chechenos, qataríes, franceses… Hemos llegado a ver norteamericanos, alemanes, británicos, gente de cualquier parte del mundo que de repente caminaba por las calles de Siria”. Otros nos cuentan “los norteamericanos eran los que comandaban las batallas contra nosotros. No se los veía fácilmente, pero nosotros los veíamos en nuestras batallas. Ellos estaban ahí”.
“Nosotros nos vamos a quedar con Siria, cerdos malditos”, le dijeron unos terroristas a un soldado entrevistado.
“Eran casi todos terroristas mercenarios pagos por el exterior” afirmaron la totalidad de los sirios con los que hablé.
Estaba claro que esto era una guerra encargada desde las potencias para desestabilizar a Siria, derrocar a su presidente, fogonear el odio entre las religiones, generar terror y quedarse con estos territorios. Y lo saben bien. Fue desde las oficinas de inteligencia en Gran Bretaña, desde las oficinas del Pentágono en EEUU y desde las oficinas de la inteligencia israelí, que se empezaron a tejer los primeros hilos para confeccionar esta guerra por encargo. Estos actores robustecieron alianzas con Turquía, Jordania y con las Petromonarquías del Golfo (Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Qatar, etc.), y fueron éstos quienes vigorizaron -y entrenaron- a los ejércitos internacionales del terrorismo, esos grupos terroristas barbudos que tanto habremos escuchado por todos lados y que hasta disponen de un aparato cinematográfico tal, que todas las veces que la televisión nos mostró su carnicería, nadie evitó la sensación de pánico y terror, pero además, nadie evitó preguntarse: ¿por qué mientras decapitaban había tantas cámaras profesionales, tantos planos, tantos enfoques, tantos cuadros y tantas profundidades de campo filmando todo eso, como si fuera, nuevamente, una escena tan bien lograda de Hollywood?
“Yo vi cómo los terroristas del ISIS usaban rollos de dólares cerrados, sellados por el Banco de EEUU. Lo vi. Lo vi con mis propios ojos”, me contó otro soldado. Pero eso nunca va a aparecer en los “mass-media”. Nunca vamos a enterarnos masivamente que los terroristas disponen de paquetes de dólares sellados oficialmente por la Reserva Federal, recién impresos, en un país donde la utilización del dólar está claramente prohibida. Los medios sólo quieren que asociemos la figura de Bashar el Assad, el presidente de Siria, con la de “dictador no legitimado por su pueblo”. Por lo tanto, EEUU intervendrá en Siria cada vez que “Siria esté en peligro”, con la cara lavada por los “Derechos Humanos”, con el objetivo de llevarle “la libertad y la democracia” a Siria, porque claro, corre riesgo porque “está en manos de un dictador”. Ese es el cuento corto. “¡Les agradecemos!” dijo una señora siria entrevistada. “Les agradecemos, pero no queremos su concepto desagradable, sucio y sangriento de libertad”. Y por acá creemos que tiene razón. ¿De qué libertad y de qué democracia hablan, cuando los sirios tienen que ver en frente de sus narices, que sus propios asesinos tienen dólares recién emitidos, cerrados y sellados por la Reserva Federal de EEUU? Una locura.
Pero el punto es, ¿qué hay en Siria?
1) Siria tiene la reserva de gas más grande del mundo, además de oro, petróleo, hierro y litio. Ahora se descubrió el silicón: un recurso fundamental para la fabricación de aparatos electrónicos, como celulares, tablets, laptops y computadoras. Estados Unidos busca monopolizar los negocios de gas en la región, para crear un gasoducto que provea de gas a toda Europa. Rusia disputa ese mismo negocio, ya que sólo un gasoducto es suficiente para proveer a Europa de gas. El trasfondo de la cuestión radica en quién lo construirá. Hay un tercer proyecto de gasoducto llevado adelante por Irán, otro de los enemigos acérrimos de la política exterior estadounidense. Esto puede explicar en grandes líneas por qué EEUU necesita seguir acaparando la influencia en Medio Oriente, y fortaleciendo su poder a partir de la balcanización de los estados árabes (el achicamiento de sus límites), lo cual también explica la creación del pequeño (pero poderoso) Estado de Israel en 1948: nada menos que el satélite aliado de los EEUU y Gran Bretaña en esta región.
2) Recordemos que Siria está en el epicentro del mapa del “viejo mundo” (el mundo, en sí, no tiene centro geográfico). Toda esta región es la comunicación entre tres continentes: Europa, África y Asia. El control de este territorio, la vía directa entre tres continentes del globo, es el hambre más voraz de cualquier política imperial. Además, Siria limita con Turquía: único país de la región que pertenece a la OTÁN: el esquema de defensa militar estadounidense. También, Siria limita con Palestina Ocupada. Sumado a esto, la ubicación geográfica Iran-Irak-Siria hoy es contemplada internacionalmente como el Eje de la Resistencia (“el eje del mal”) frente al imperialismo occidental. Por otra parte, Siria está muy cerca de Canal de Suez, por donde pasa todo el petróleo del Golfo.
3) Sumado a esto, el Estado sirio –con sus virtudes y sus fallas- es caracterizado por tener una política internacional contraria a los intereses estadounidenses, británicos e israelíes en la región. Tiene sus bancos nacionalizados, sus servicios nacionalizados, el petróleo nacionalizado, el gas nacionalizado, no tiene acuerdos con el FMI, se le prohibió cualquier tipo de injerencia al Banco Mundial, sus alimentos no contienen agro-tóxicos (se le prohibió la entrada a Monsanto), tiene una sociedad bastante consciente de los recursos que posee y la popularidad del presidente es bastante amplia. Por esta razón, el primer paso para hacerse de Siria es demonizar a su presidente, derrocarlo y debilitar su Estado: acá todavía juegan su rol preponderante las Fake News. Los ciudadanos cuentan que “los terroristas siempre tuvieron como blanco a las instituciones del Estado. A muchas de ellas han entrado y las han incendiado. Los empleados estatales fueron amenazados para que dejaran de trabajar en el Estado o por el contrario, serían asesinados. Yo vi, luego de unas elecciones municipales, cómo entraron terroristas a una comisaría a matar policías porque sí”, cuenta una ama de casa siria.
El conflicto en Siria es muy sencillo de entender. Si nos resulta “difícil” es porque así buscan que sea. Lo mismo que hacen nuestros gobiernos neoliberales cuando nos hablan de economía. Nos hacen difícil su comprensión para alejarnos de una realidad que no desean que veamos, por el contenido anti-popular que lleva. Siria es el reflejo de lo mismo, pero en macro. Y ni hablar de Palestina.
Fortalezcamos la conciencia. No nos olvidemos que nuestro país y nuestro continente sufre la injerencia de los mismos enemigos que masacran a Siria. Porque no es un problema de Siria, o de la Argentina, o de Palestina, o de Bolivia, o de Cuba, o de Brasil, o de Venezuela. El objetivo es estructural: es la riqueza concentrada en el Tercermundo.
Por eso nos duele la Patria: tenemos a EEUU presente en nuestra Cancillería argentina; tenemos un presupuesto del FMI aprobado en el CN por Cambiemos y sus aliados “racionales”; una oficina del FMI en nuestro Banco Central; el proyecto de despliegue de bases militares estadounidenses cerca del yacimiento de Vaca Muerta, Triple Frontera y Tierra del Fuego, aprobados por Mauricio Macri; nuestras Islas Malvinas ocupadas y militarizadas por Gran Bretaña, desde donde apuntan al resto del país en cooperación con la empresa militar israelí Mprest; una Gran Bretaña controlando nuestros servicios y nuestro transporte; un Estado de Israel hoy presente en varias instituciones de nuestro Estado. Podemos citar las más condicionadas por la política israelí, como: Ministerio de Seguridad; Ministerio de Defensa y la AFI ex SIDE, que actúa como un Estado paralelo (24 años de no saber qué pasó con la AMIA y 26 de no saber qué pasó con la Embajada de Israel. Dos atentados no sólo a los judíos de nuestra nación, sino a toda la Argentina). La lista puede seguir. También tienen injerencia explícita en muchos de nuestros medios de comunicación -Infobae es el ejemplo más contundente- y, como si fuera poco, están desplegados a lo largo de la Patagonia por medio de algunos “mochileros” del ejército israelí. Un escenario que está a la vista de todos y que todos vamos a ver con nuestros propios ojos si en algún momento viajamos al sur. ¿Recordamos quiénes votan en contra de la soberanía de las Islas Malvinas, con los inmensos recursos naturales que allí tenemos? Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel.
Por eso, pensemos a lo grande. Nada de lo que le sucede a la Argentina está aislado de las estrategias que los imperios dispersan en Siria, en nuestra Patria Grande y en el resto del Tercermundo. Conocer lo que sucede en Siria debe ser una alerta para timonear políticamente nuestra propia Nación ante todos los intereses extranjeros: intereses que no corresponderán jamás con los nuestros.
La conciencia y el pensamiento nacional-latinoamericano, hechos materia concreta dentro de nuestra política nacional e internacional, es lo que nos va a sacar integralmente de la desidia, la desigualdad estructural y el hambre de nuestros pueblos. Es menester que lo que nace y produce la Argentina, sea de la Argentina. Sólo así vamos a acercarnos a la justicia social que anhelamos. Es la única manera de que reine en el pueblo el amor y la igualdad. Y porque está a la vista que cada vez está habiendo más conciencia nacional, es que nuestra Bandera va a flamear sobre nuestras propias tierras y no sobre sus ruinas.
Más temprano que tarde, la liberación de nuestros Pueblos será conjunta o no será.
Por Suriana Cichero Lalli. Corresponsal del CENACK (Centro de Estudios Nuestroamericano Chávez – Kirchner) en Siria.
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