Por Gonzalo Torchio*
En términos generales, las problemáticas relacionadas a la Antártida no suelen ser muy consideradas por la sociedad argentina cuya conciencia territorial ha quedado ligada a la explotación de la tierra. Ello se explica, básicamente, por el pasado colonial español cuyo eje de desarrollo fue el Noroeste argentino, y por el encumbramiento del proyecto de país de la “Generación del Ochenta” donde nos enseñaron que “cultivar el suelo es servir a la Patria”. Hubo, sin embargo, notables intentos de integrar a la Nación las “fronteras periféricas”, es decir, aquellos espacios territoriales marginados y de escaso desarrollo socioeconómico sobre el que se ejerce una soberanía deficitaria. En este sentido, la Antártida, la Patagonia, las islas del Atlántico Sur y el mar Argentino conforman un bloque geopolítico que merece un abordaje en conjunto para su correcta vertebración con el resto del país.
Bajo estas consideraciones, rememorar la obra del general de brigada Hernán Pujato en el contexto de la Política Antártica del gobierno peronista (1946-1955) no solo implica un necesario homenaje a este militar patriota olvidado, sino también una contribución a revalorizar en estos momentos de degradación nacional las riquezas del pensamiento estratégico argentino al que es imprescindible volver constantemente.
Hagamos una breve introducción histórica para comprender mejor la obra de Pujato. Hasta el último cuarto del siglo XIX los territorios australes no eran tenidos en cuenta por la dirigencia política. Terminadas las guerras civiles prevaleció la idea de Sarmiento que afirmaba que “el mal que aqueja la Argentina es su extensión”. Para la oligarquía portuaria agroexportadora el país se reducía al Río de la Plata y su “hinterland” pampeano. Esta concepción cambió con la irrupción de Julio Argentino Roca en la vida política nacional. A partir de allí comenzó un proceso de incorporación de las oligarquías provinciales al Estado que pasó a ser Nacional en sentido pleno. Se inició, también, la extensión de las fronteras nacionales hacia el sur mediante la ocupación de la Patagonia, la apertura hacia el Mar Argentino y el desembarco definitivo en la Antártida en los primeros años del siglo XX.
En efecto, en 1904, durante el segundo gobierno de Roca se realizó la primera ocupación antártica al adquirir un observatorio meteorológico en las Islas Orcadas del Sur. La misma constituyó el primer asentamiento permanente en el continente antártico y el único por casi cuarenta años. Sin embargo, según el relato del historiador Pablo Fontana en su libro La Pugna Antártica, a fines de los años 30 se desataron fuertes conflictos internacionales por la posesión de la Antártida al valorizarse su potencial en recursos naturales y su ubicación geoestratégica para la conexión interoceánica. Aquellas disputas obligaron al país a iniciar una agresiva política hacia el continente blanco para fortalecer la presencia nacional.
En efecto, entre 1942 y 1943, durante la presidencia de Ramón Castillo, se realizaron dos expediciones navales sobre la costa oeste de la península donde se efectuaron diversos actos de soberanía. La respuesta británica fue la denominada Operación Tabarín que consistió en un despliegue militar en plena guerra mundial entre 1943 y 1945, donde instalaron varias bases permanentes en la península. La contraofensiva argentina tuvo lugar durante el gobierno justicialista y tuvo en Hernán Pujato uno de sus máximos protagonistas.
¿Quién fue Hernán Pujato?
Pujato nació el 5 de junio de 1904 en Diamante, Entre Ríos, en el seno de una familia tradicional del lugar. En 1922 ingresó al Colegio Militar de la Nación, egresando del mismo como subteniente de infantería el 24 de julio de 1924. Difícil es comprender la obra antártica de Pujato si primero no hacemos un breve repaso por los principales destinos que lo ha perfilado a convertirse en uno de los pioneros de la soberanía argentina en la Antártida.
Entre 1927 y 1933 prestó servicios en el Regimiento 16 de Infantería “Cazadores de Los Andes”, en Mendoza, cuyo comandante era el por aquel entonces Tte. Cnel. Edelmiro Farrell, quien será Presidente del gobierno surgido de la denominada Revolución del 4 de Julio. Allí Pujato se entrenó como montanista, escalador y esquiador militar, habilidades que serán fundamentales para sus hazañas en la Antártida.
Siendo teniente primero, en 1935 ingresó a la Escuela Superior de Guerra para realizar el Curso de Oficial de Estado Mayor de donde egresó en 1938. Es probable que en esta instancia haya conocido a Perón quien entre 1931 y 1935 fuera un destacado y reconocido profesor de Historia Militar en la institución. En junio de 1943, pocos días después del golpe de Estado, fue enviado a prestar servicios a la Secretaría del Ministerio de Guerra. El ministro era Farrell y el Jefe de la Secretaría el Cnel. Perón. En octubre del mismo año Perón pasó al Departamento Nacional del Trabajo y, en marzo de 1944 Pujato fue derivado a otro destino.
En julio de aquel año fue destinado al Comando de la Agrupación Patagonia en lo que en aquel momento fue la Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia. La Agrupación Patagonia había sido creada durante el gobierno de Castillo en el contexto de la Segunda Guerra Mundial para reforzar la presencia militar en un territorio despoblado, desprotegido, rico en recursos naturales, y susceptible de ser ocupado. Según relata el historiador militar Adolfo Quevedo Paiva, fue allí que Pujato “pensó en la necesidad que tenía el país de conocer a fondo el Territorio Antártico Argentino en la parte continental estableciendo Bases operativas, con personal entrenado y medios apropiados –terrestres y aéreas- para incursionar en todo lo largo y ancho del amplio sector polar argentino”. Recordemos que por estos años los intereses argentinos y británicos comenzaron a chocar duramente en la Antártida.
Entre 1947 y 1948, ya proclamado Perón Presidente la República, Pujato fue destinado como agregado militar en la Embajada argentina en Bolivia. Fue allí que, en ocasión de una visita oficial del líder justicialista al país vecino Pujato le presentó su plan para afirmar los derechos argentinos en la Antártida. Ese plan sería concretado pocos años después.
La Política Antártica de gobierno de Perón y la obra de Pujato
En 1946, la Comisión Nacional del Antártico, creada en 1940, diseñó un plan avanzar sobre la península sobre su costado oeste. Un año después se dio inicio a las denominadas Campañas Antárticas de Verano para su cumplimiento. Las mismas se orientaron a ocupar posiciones permanentes en el territorio, realizar reconocimientos geográficos e investigaciones científicas. Durante el gobierno peronista se instalaron seis Destacamentos Navales y tres Bases del Ejércitos, estas últimas, como veremos, planificadas por Pujato.
Varios episodios conflictivos con el Reino Unido hubieron durante la década peronista: intercambio de notas de protesta, amenazas y demostraciones de fuerza. Se desarrolló una política de entendimiento con Chile en donde ambas naciones se reconocieron como las únicas con derecho sobre la porción de la Antártida a la que denominaron “Antártida Sudamericana”.
En 1951 comenzó a diseñarse planes para llevar a cabo exploraciones al Mar de Weddell y lograr la penetración territorial del continente antártico. Buena parte de estos planes coincidieron con aquel que Pujato le presentó a Perón en Bolivia el cual consistió básicamente en cinco puntos: 1) Realizar expediciones para instalar al sur del Círculo Polar Antártico bases operativas. 2) Crear un órgano centralizador de la actividad científica en la Antártida. 3) Adquirir un buque rompehielos. 4) Llegar al Polo Sur por vía terrestre. 5) Construir un poblado en Sector Antártico Argentino.
En efecto, Pujato tenía como idea llevar al Ejército a la Antártida para penetrarla territorialmente ya que hasta aquel momento la presencia argentina era monopolizada por la Armada y se limitaba a las islas y costas. Organizó, de esta manera, la “Primera Expedición Científica a la Antártida Continental Argentina” que se desarrolló entre febrero de 1951 y abril de 1952. Allí fundó en la bahía Margarita la Base Gral. San Martín el 21 de marzo de 1951. A su regreso, los expedicionarios fueron homenajeados con la Orden de la Medalla Peronista.
El 17 de abril de 1951 se creó el Instituto Antártico Argentino, nombrándoselo Director al propio Pujato. Desempeñándose en estas funciones, el oficial entrerriano convocó a fines de 1952 a Jorge Edgard Leal para crear la Base Esperanza al norte de la península Antártica. La Base fue fundada el 17 de diciembre de 1952 con la idea de convertirla en un poblado.
El plan de Pujato contemplaba instalar una tercera base al sur del Mar de Weddell, con la intención de alcanzar el Polo Sur, para lo cual era necesario contar con un buque rompehielos. Ante las dificultades de conseguir uno, Pujato negoció personalmente con astilleros alemanes su construcción. Nuestro primer rompehielos fue entregado al país en diciembre de 1954 y se lo denominó General San Martín.
En ese mismo mes Pujato fue designado jefe de una nueva expedición al sur Mar de Weddell para instalar la mencionada base. En efecto, el 18 de enero de 1955 se fundó la Base Gral. Belgrano en la Barrera de hielos Filchner. Este hecho fue histórico ya que era la primera vez que la humanidad alcanzaba estas latitudes. Por las dificultades de acceso a la zona, debieron pasar dos años en la Base. Allí se realizaron variados vuelos de reconocimiento geográfico con vistas a explorar caminos hacia el Polo Sur. Realizaron también múltiples descubrimientos geográficos a los que se les identificó con diversos nombres.
Sin embargo, los planes de Pujato comenzaron verse frustrados a partir del golpe de Estado de septiembre de 1955. Aunque nunca abandonó su tarea profesional y nunca se vinculó a la política, el revanchismo de los golpistas recayó sobre su figura por el solo hecho de haber recibido el apoyo de Perón.
Estando en la Antártida fue removido de su cargo en el Instituto Antártico Argentino. Los golpistas archivaron sin difundir los aportes científicos y los descubrimientos geográficos realizados, con perjuicio para el interés nacional ya que terminó imponiéndose internacionalmente la toponimia británica, habiendo sido estos “descubrimientos” posteriores a los del entrerriano. Se retrasó, además, el proyecto de poblamiento antártico. El desmerecimiento y la falta de apoyo llevaron a Pujato pedir el retiro y, a su regreso de la expedición en febrero de 1957, se sometió a un “exilio voluntario” y marcho al exterior.
Pujato regresó al país en 1975 y allí comenzaron los merecidos reconocimientos y condecoraciones oficiales. Pudo ver completado su programa: Leal alcanzó el Polo Sur por tierra en 1965 y en 1977 se habilitó la radicación de familias en la Base Esperanza, aunque otro hubiese sido el cantar si se hubiese concretado antes de la firma del Tratado Antártico en 1959. En 1982, con 78 años de edad, en ocasión del conflicto en Malvinas se ofreció para estrellarse con un avión sobre algún objetivo británico. Finalmente, Pujato murió el 7 de diciembre de 2003 y sus restos descansan en la Base San Martín.
El general Jorge Leal, quien fuera el relevo de Pujato como jefe de la Base Gral. Belgrano en 1957 afirmó tiempo después: “jamás podré olvidar cuando me hizo entrega formal de la base. Las dos dotaciones formadas frente a una barrera de hielo de 500 kilómetros de frente por 500 de profundidad. Allí estaba Belgrano I. Me dijo, nos dijo: ‘Yo no pude llegar al polo, ustedes tienen que llegar’. Fue la última orden que yo recibí de mi general. La cumplimos”.
* Sociólogo.
Fuente: Radio Gráfica
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