La intensificación del consumo de frutos de mar en el mercado chino- por ejemplo- impulsa al gobierno oriental a otorgar subsidios enormes- por ejemplo en combustibles- a sus empresas de pesca, verdaderas flotas de saqueo de mares que garantizan la oferta de materia prima en los mercados chinos.
El aumento exponencial del consumo de tiburón en China, se debe al consumo de una especie de sopa de aleta de tiburón, de poco gusto y nula en nutrientes, pero cotizada en 150 dolares en restaurantes de dicho país, que constituye un articulo de lujo de mero consumo social.
Para sostener este consumo, atacan los mares latinoamericanos sabiéndonos desunidos y desarmados, a merced de sus incursiones piratas. Últimamente están saqueando las reservas naturales, como Islas Galápagos.
En una sociedad donde mande el dios mercado, nada puede ser planificado. Mientras la «demanda» del mercado sea el rector de la economía, la oferta tendrá que adaptarse, cueste lo que cueste y se extingan las razas que hagan falta. Se saltarán fronteras, se violarán tratados, se avanzará sobre lo que sea.
Pero no puede faltar sopa de aleta de tiburón.
Noticias al respecto: BBC, Perú, Ecuador, 12 países contra los barcos chinos, Chile
En nuestro caso nos toca doblemente. Es la ocupación ilegal de nuestras Islas Malvinas y adyacentes-con proyección a ocupar nuestro sector antártico- la que habilita la pesca de estas flotas ilegales en mar argentino que los ingleses mantienen como zona bajo su «soberanía».
Nosotros nada hacemos, mientras otorgan permisos para el saqueo de nuestros recursos marinos, para peor, firmamos un memorándum en febrero de 2016, allanando los obstáculos para la explotación económica inglesa en Malvinas,
Decía Perón en 1973 en su mensaje a los pueblos:
“Las mal llamadas ‘sociedades de consumo’ —dice también— son, en realidad, sistemas sociales de despilfarro masivo, basados en el gasto, porque el gasto produce lucro. Se despilfarra mediante la producción de bienes innecesarios o superfluos y, entre estos, a los que deberían ser de consumo duradero, con toda intención se les asigna corta vida porque la renovación produce utilidades. Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud humana, y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana. Como ejemplo bastan los autos actuales que debieran haber sido reemplazados por otros con motores eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega a las naftas simplemente para aumentar el pique de los mismos”.
En eso estamos, donde manda el mercado, con pueblos dormidos y rumbo al desastre ecológico.
Dejar una contestacion