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En septiembre de 1966 se estrenó la película ‘La Batalla de Argel’, una cinta clásica del cine anticolonialista que recrea la lucha del pueblo argelino por obtener su independencia de Francia. La película obtuvo el León de Oro en la Muestra de Cine de Venecia (1966) y logró dos nominaciones a los premios Óscar en las categorías de dirección y guion. La circunstancia histórica de la cinta y el impacto político de su proyección son el objeto de este breve artículo.
Argelia en la colonización europea
La ocupación francesa de Argelia data de las primeras décadas del siglo XIX, mucho antes de la famosa Conferencia de Berlín (1884-85), evento en donde las principales potencias europeas se repartieron el continente africano, el cual reforzó la condición colonial de Argelia y, de paso, cocinó las tensiones entre las potencias por las disputas territoriales (materias primas, mercados, mano de obra), que tendrán su expresión más acabada con el estallido de las dos grandes conflagraciones militares del siglo XX.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, como producto de la derrota o debilitamiento de los grandes imperios colonialistas, se acrecentaron las posturas nacionalistas de los pueblos ocupados, dándose origen a lo que se ha conocido como la ‘descolonización africana’, un variopinto proceso de luchas de liberación nacional que parieron nuevos Estados, bajo la premisa de la libre autodeterminación de los pueblos.
Fue ese contexto político, y la negativa de Francia a aceptar un plan de descolonización para Argelia, lo que convirtió el territorio argelino en teatro de una guerra cruenta que se inició en 1954 y culminó con la independencia del país en 1962, rompiendo con más de cien años de dominio colonial. Como lo había expresado con acierto Franz Fanón (militante del Frente de Liberación Nacional (FLN), vanguardia política de la causa argelina) en ‘Los condenados de la tierra’, la descolonización era, inevitablemente, un acto violento.
En 1954 se cerró una etapa de creación y articulación de propuestas nacionalistas que se gestaron en las primeras décadas del siglo XX, y se abrió un nuevo momento que tuvo su expresión más acabada con el comienzo de la lucha por la liberación nacional el 1 de noviembre de 1954.
Contando con cerca de 500 combatientes al inicio de la confrontación, dedicados a acciones armadas principalmente en las ciudades, el FLN se dio a la tarea de atraer la atención de la opinión mundial, golpear la moral de la población francesa y demostrar las debilidades del poder colonial. Así, y luego de ocho años de guerra, el 18 de marzo de 1962 el gobierno francés se vio abocado a firmar los Acuerdos de Evian, que establecieron un alto al fuego y la convocatoria de un referéndum que finalmente le otorgó a Argelia la independencia el 5 de julio de 1962.
De ese modo concluía un largo periodo de dominación en donde, según las estimaciones más conservadoras, un 15 por ciento de la población de Argelia fue masacrada por las tropas francesas. Muchos años después, en diciembre de 2012, el presidente francés, François Hollande, debió reconocer ante el parlamento argelino el sufrimiento infligido al pueblo durante los 132 años de ocupación, declarando que “Argelia fue sometida a un sistema profundamente injusto y brutal”.
La Batalla de Argel
El director de la película fue el italiano Gillo Pontecorvo (fallecido en 2006), quien militó en el Partido Comunista de Italia e hizo parte de la resistencia clandestina contra el fascismo. Considerado como uno de los más influyentes directores de cine posterior a la Segunda Guerra Mundial, Pontecorvo bebió de los conceptos neorrealistas de De Sica, Visconti y Roberto Rosellini, y tuvo influencias del ‘cinéma vérité’ francés y el realismo socialista soviético. Algunas de sus cintas más reconocidas son Giovanna (1955), La grande strada azzurra (1957), Kapó (1959) y Quiemada (1970). De él se cuenta que alguna vez manifestó su interés por realizar una película sobre la vida del arzobispo salvadoreño Arnulfo Romero.
En ‘La Batalla de Argel’ se narra la lucha entre el Frente de Liberación Nacional (FLN) y las autoridades coloniales francesas, entre 1954 y 1957. El realismo de la película es evidente de principio a fin. Filmada en blanco y negro, Pontecorvo empleó imágenes de documental y actores no profesionales (en ocasiones en grandes cantidades, como ocurre en las múltiples escenas grabadas en la cabash, un sector de la ciudad no europea en donde viven los árabes pobres), componentes que le dieron a la película una estética contundente.
Basada en un libro testimonial de Yacef Saadi, jefe militar del FLN en la ciudad de Argel, la cinta recrea, efectivamente, el impacto del colonialismo en Argel: la segregación espacial, el tratamiento de segunda clase dado por los pieds noirs a los árabes autóctonos, los abusos de las autoridades francesas. Además, reconstruye la descarnada intervención de la Unidad de Paracaidistas de Francia en su afán por neutralizar el accionar militar del FLN en la capital argelina.
Uno de los protagonistas de la película, el Coronel Mathieu (quien representa a dos personajes reales, el General Massu y el Coronel Bigeard, jefes de los paracaidistas que intervinieron en Argelia) al final frustra la insurrección declarada por el FLN, empleando la tortura, aunque se muestra admirador del heroísmo de sus contrincantes, encarnado en líderes como Omar Ali LaPointe.
La película, desde luego, no estuvo alejada de las polémicas. En Francia fue prohibida hasta 1971. En Estados Unidos fueron suprimidas las escenas de tortura y en 2003 el Pentágono organizó una proyección de la película con oficiales norteamericanos destinados a Irak (en guerra en ese momento), para aprender tácticas de contraguerrilla urbana. Del filme, el general Paul Aussaresses, veterano de la guerra de Argelia y adiestrador de agentes al servicio de dictaduras militares en América Latina en los años setentas, afirmó que representaba los acontecimientos “tal y como sucedieron”. Y aunque en la parte final de la película se muestra el éxito militar de las fuerzas francesas en 1957 (no hay que olvidar, sin embargo, que cinco años después Argelia obtiene la independencia), el aspecto más signifi cativo de la cinta de Pontecorvo es la reivindicación que hace del colonizado como un actor político que irrumpe en la escena pública a través de la rebelión social capaz de dar surgimiento a una nueva realidad.
Por José Abelardo Díaz Jaramillo
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