Scalabrini Ortiz en «De Martinez de Hoz a Cavallo» de Norberto Galasso: «Macri gato»

Extraído de «De Martinez de Hoz a Cavallo» de Norberto Galasso

«Allá por 1955, cuando Aramburu y Rojas llamaron al economista Raúl Prebisch para asesorar al gobierno, Raul Scalabrini Ortiz salió al cruce de esa designación afirmando más o menos lo siguiente: -Si uno tiene sardinas y quiere evitar que se las coman, puede tomar diversas medidas para resguardarlas. Pero lo que no puede hacer es colocar a un gato en la función de guardián. Porque el gato es mal guardián de las sardinas… y éstas tendrán seguramente un triste destino en las fauces del felino. Puede ser -agregaba Scalabrini- que alguien diga: «Pero… ¿Y si el gato es inteligente, muy rápido, si, pongamos por caso, aprendió a maullar en Harvard, si tiene las uñas perfectamente afiladas?» «-Peor todavía -contestaba Scalabrini-. Se comerá las sardinas en menor tiempo y sin dejar rastros… Porque el conocimiento técnico, la sabiduria, si usted quiere, es como un revolver sin balas. Y a nosotros lo que nos debe interesar, cuando el revólver está cargado, es saber quién lo empuña y hacia donde apunta, si para defendernos o para matarnos.»

De esta manera desnudaba Scalabrini una de las mentiras más escandalosas que se repiten diariamente por los medios de difusión. Periodistas, intelectuales y políticos del sistema colonial afirman o dan a entender que la politica es una cuestión de cultura, de capacidad técnica, de administración. Y de ahí deducen que el ministro de Economía debe ser una persona de reconocido prestigio y solvencia como técnico, con diplomas extranjeros, cursos, seminarios de postgrados, etc. o de otro modo, un alto ejecutivo de una empresa de primera línea que ha probado en los hechos su capacidad para las cuestiones económicas y, mejor aún, si se trata de alguien a quien el Fondo Monetario Internacional distingue con confianza… Es decir «gatos», siempre «gatos», pero no «pobres gatos», sino gatos finos, de pelaje lujoso, no gatos atorrantes de esos que meten el hocico en las bolsas de residuos o ambulan cerca de los zanjones soñando con encontrar una lauchita regordeta, sino gatos de primera, de exposición en Palermo, con fama en el difícil mundo de las finanzas. Para Scalabrini -y para nosotros- en cambio, la política es una cuestión de intereses y gobernar implica, en primer término, decidir si se va a favorecer a las grandes multinacionales y sus socios nativos o si se intentará un programa en favor de las mayorías populares. Entonces, estando en este último camino, buscaremos el mejor técnico que esté dispuesto a servir esa política popular, y si la gente muy capacitada está metida en el gran negocio colonial, recurriremos a quienes, aunque no sean genios, aseguren consecuentemente su posición en el campo nacional, siguiendo así el consejo de «El hombre que está solo y espera»: «Es preferible tener un cañón, aunque sea rudimentario, que nos defienda y no la más sofisticada arma dirigida por radar… pero que funciona en contra nuestra».

Desde esta perspectiva, cuando miramos la realidad del gobierno -ya sea el del «proceso militar», el de Alfonsín o el de Menem- comprendemos que lo que está ocurriendo en el Ministerio de Economía es el desfile de una banda de «gatos» ligados a los grandes poderes económicos nativos y extranjeros, algunos ue fueron «gatos» con botas, otros que son «gatos» de guante blanco en los buffets de las transnacionales… Y se turnan… ¿Nunca le ocurrió, en la madrugada, tirarle una piedra a un gato que en la azotea vecina le maúlla a la luna… o a una gata, y que des´pués que lo espantó al rato empieza a maullar otro, más estridente todavía que el anterior? Bueno, eso es lo que nos está ocurriendo a los sectores populares en esta sufrida Argentina: desde aquel «gato» de angora a quien llamaban «Joe» durante el «proceso», pasando por un «gato» suizo, fuimos llegando a la gatería de Bunge y Born y Alsogaray, para pasar después a los González Fraga, los Erman y los Di Tella, y rematar en los últimos tiempos en un «gato» computarizado como Cavallo. Este viene siendo -a por demasiados años- nuestro triste destino de sardinas. De allí la necesidad de proponernos seriamente concluir con esta alternancia de gatos, para lo cual resulta útil estudiarlos de cerca, analizar cómo operan, sus modos y costumbres, de manera de conocer minuciosamente su estrategia. Así será posible iniciar un camino nuevo donde las sardinas estemos a salvo de un trágico destino»

1 comentario

  1. Rs. Tenemos la necesidad de proponernos seriamente concluir con esta alternancia de gatos, para lo cual resulta útil estudiarlos de cerca, analizar cómo operan, sus modos y costumbres, de manera de conocer minuciosamente su estrategia. Así será posible iniciar un camino nuevo donde las sardinas estemos a salvo de un trágico destino”epito:

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