CON UNIDAD SE VAN, CON PROGRAMA NO VUELVEN – Documento de Patria y Pueblo

El coloniaje y sus agentes locales han retornado al poder. Los socialistas de la Izquierda Nacional convocamos a todos los argentinos, desde el partido Patria y Pueblo, a una nueva gesta de liberación. Vamos a impedir que hundan al país en la mendicidad, la indignidad y el caos, y vamos a asegurar que no vuelvan a ejercer jamás el poder mal habido que hoy detentan.

I – El retorno de la oligarquía al poder y la dirigencia de la UCR

Argentinas y argentinos, arrancarse las vendas de los ojos es una obligación ineludible: el destino del país está hoy en manos de los mismos sectores económicos y sociales que en 1955 convirtieron en sus sicarios a las Fuerzas Armadas y en 1976 las usaron para imponernos un régimen criminal que ellos, y no la gran mayoría de los uniformados, prepararon, fomentaron, apoyaron y sostuvieron.

No se indigne nadie ante esta evidencia, y muy especialmente los radicales que durante la segunda presidencia de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner creyeron en una dirigencia dispuesta a cualquier cosa con tal de retornar al poder. Muchos, seguramente, supusieron que podrían constituirse en contrapeso interno, «popular», al poder real que estaban llevando a la Casa Rosada. Pero ahora también ellos perciben que la fachada institucionalista se vuelve cada día más tenue.

Tienen destino necesario de desaparición mientras el macrismo siga dominando al país. En ese instante, la dirigencia de la UCR tendrá que explicarle al pueblo argentino, incluso a sus simpatizantes, por qué eligió asociar su presente y su futuro al mismo «régimen falaz y descreído» contra el cual luchó el radicalismo, hasta armas en mano, en sus heroicos tiempos de origen.

II – Del Estado de Derecho al Estado Policíaco

El sol implacable de los hechos derrite día a día la mantecosa institucionalidad macrista. Patricia Bullrich pone a las fuerzas de seguridad al servicio de la barbarie. Y las declara depositarias de la verdad indiscutible en cada enfrentamiento, donde queda el tendal de víctimas. Algunas ya han sido fatales, como en dos oportunidades en la Patagonia Norte. En otros casos, ciudadanas y ciudadanos que ni siquiera formaban parte de las movilizaciones fueron agredidos con saña y alevosía. Cunden las detenciones sin causa o con causa armada por las fuerzas represivas.

El gobierno premia o deja pasar el salvajismo, los manoseos y la arbitrariedad de las fuerzas de seguridad. Son los primeros pasos de de un plan de amedrentamiento que busca desmovilizar por el terror a un país que empieza a entrever los fines últimos del Pro y su tren fantasma de políticos sin principios.

III – El ideal agroexportador decimonónico

Basta con entender esto para oponerse a la política económica que la Casa Rosada descarga sobre un país inerme. Son el mismo clan de vendepatrias que nos llevó directamente al 19 y 20 de diciembre de 2001. Usan métodos propios de una fuerza de ocupación extranjera para sostener un programa colonial de retroceso a la factoría británica agroexportadora. El Pro, lo sepa o lo ignore el electorado, sueña con retornar, por los métodos que sean, a un mítico paraíso, fechado en la década que va de 1890 a 1900.

El inmenso dolor y sufrimiento de ese supuesto paraíso ruge desde el cuadro Sin pan y sin trabajo, que por ahora se viene salvando de la saña amordazante del Pro/Cambiemos, y desde el corazón del Museo Nacional de Bellas Artes nos cuenta el futuro que nos programan. Es natural que un gobierno que quiere llegar allí deje libres «por falta de mérito» a agentes de las fuerzas represivas que echan gas pimienta a los ojos de una diputada nacional, gasean miles de personas en calles estrechas sin escapatoria, atropellan con sus motos a ciudadanos argentinos, o disparan a la cara a masas de manifestantes y arrancan ojos con sus balas de goma.

Además la plana mayor de la represión actúa con la connivencia apenas disimulada de los grandes medios y de una administración de justicia cuyos más conspicuos representantes revelan cada vez más la saña feroz de esa vieja oligarquía de «malos argentinos y peores americanos», como decía San Martín: antipopular, encomendera, parasitaria, contrabandista y colonizada, lastre eterno que le impide a la Argentina realizar su potencialidad desde hace más de doscientos años de vida independiente. Su historia es su prontuario. No por casualidad el Dr. Sturzenegger defiende los billetes de los animales explicando que «allí hacia donde vamos no necesitamos héroes ni historia».

IV – Una Justicia con pacto de sangre, como las FFAA en 1976

Con insaciable sed revanchista, jueces y juristas radicales de extrema derecha, conservadores o menemistas encarcelan dirigentes de la oposición esgrimiendo causas indefendibles. Es cierto que muchos magistrados no integran el selecto círculo de Comodoro Py ni la cueva de cavernícolas de Colegio de Abogados de la calle Montevideo que concentra a la clerecía leguleya del coloniaje. Mas también para ellos tiene preparado el Ejecutivo un garrote extorsivo que los atemoriza y presiona. Para escapar del palazo, tienen que asestarlo y convertirse, a su vez, en peones de operativos de linchamiento mediático elaborados por los grandes monopolios de prensa y los agentes de potencias extranjeras, que Cambiemos volvió a poner a la cabeza de los servicios de inteligencia.

La administración de Justicia, bajo Cambiemos, se encuentra en la misma situación de las Fuerzas Armadas con Videla, Massera y Martínez de Hoz: los que no se manchan las manos en un pacto de sangre quedan afuera, o, peor, mueren. Es hora de hacerse cargo: el macrismo sólo puede existir en guerra contra la dignidad más elemental de nueve de cada diez argentinos. La disyuntiva es simple: o defender de esta Alianza espuria  a la Patria, o perderla, quizás para siempre.

Démosle entonces la razón al Pro cuando proclama, indignado, que «no es la dictadura». Pero digámoslo todo entonces: son algo peor aún que la “dictadura”. Son el verdadero cimiento y la verdadera dirección en las sombras de la “dictadura”. Corporizan a la banda de hampones financieros y rentistas de guante blanco que en 1976 garantizó la intangibilidad de su interés de clase instrumentando a la cúpula de las Fuerzas Armadas. Luego, descargó sobre ellas todo el odio popular, y busca permanentemente su desmedro y descalificación profesional.

El régimen macrista se ha empeñado en convertir a la Argentina en una factoría semicolonial sin lugar para la esperanza. Para ello desata todo este festival de embrutecimiento y demolición de la institucionalidad. Es su método político. No hay otra manera de hacer retroceder tanto a un país que estaba recuperando su dignidad y autonomía.

V – La base social de un régimen “clasista y brutal”

Una minúscula fracción de la sociedad, en connivencia con el gran capital financiero mundial, busca que la inmensa mayoría la mantenga para siempre y pague la permanente remisión al extranjero de las riquezas del país, de las que se apropia por mecanismos monopólicos y extorsivos. Así, le cierra el presente y el futuro al conjunto de la población.

El daño ya está hecho: gobiernan. Pero no podemos permitir que esto siga ocurriendo sin reaccionar. O defendemos el interés de los argentinos, o prevalecerá el de la minoría que acaudilla Mauricio Macri, conformada por socios de grandes estudios de abogados, consultores económicos librecambistas, monopolistas agrarios pampeanos, pensadores y académicos sin conciencia nacional, gerentes nativos de intereses extranjeros, y comisionistas y empleados de grandes banqueros.

Ellos definen hoy el rumbo de nuestro país en contra de la independencia nacional y la soberanía popular, a las que desprecian y de las que se burlan. Desde la instauración de la Revolución Libertadora, estos parásitos se enriquecieron impunes a costa del Estado, derrocaron presidentes y gobernaron por interpósitas personas, hasta que todo desembocó en las jornadas de diciembre de 2001, que cerró temporalmente ese ciclo.

Han vuelto a abrirlo, y quieren en esta oportunidad “hacer lo que hay que hacer” para eternizarlo: vinieron a impedir que el pueblo argentino los detenga otra vez. Y si lograron entrar por la puerta a la Casa Rosada es, solamente, por la inmerecida impunidad de la que gozaron. Ese perdón popular colectivo y permanente a sus tropelías, esa tolerancia de los argentinos con sus verdugos, ya se volvieron inadmisibles. Los sentencia la experiencia de tener que vivir con el Pro en el poder.

VI – El fin de las ilusiones y el estáblishment como verdadera dictadura

Con la restauración oligárquico-imperialista se quiebra el acuerdo tácito de la mayoría de los partidos con representación popular de 1983: no era cierto que «todos los argentinos» podíamos, pese a nuestras disidencias, labrarnos un porvenir dentro de un marco democrático que todos respetaríamos. Si el partido único de la dependencia está integrado al sistema, el sistema democrático se desfonda.

El macrismo nos está enseñando que «sí se puede» violar ese marco democrático desde adentro. Lo hace sin desapariciones, sin cámaras de tortura, sin centros clandestinos de detención. Lo hace sin apropiaciones de niños, sin liquidar de un solo golpe todas las libertades y derechos civiles, se apodera de los bienes de todos, o simplemente ajenos, sin aplicación excesiva de atroces tormentos, y encima exige a los atormentados que desplieguen buenos modales cuando conversen con ellos. El Pro busca alcanzar los mismos fines que Martínez de Hoz o sus secuaces y seguidores, pero lo hace de tal manera que “parece un accidente”, orquestando operaciones puntuales y de creciente envergadura, imponiendo una mordaza general a una población inerme, y degradando al infinito la justicia y el nivel general de cultura del pueblo argentino.

El régimen macrista zanja así un viejo debate, acallado por décadas desde la llegada al gobierno de Raúl Alfonsín. Cambiemos demuestra día a día, minuto a minuto, que jamás hubo un solo cómplice civil de la dictadura militar, sino socios y mentores en los mandos militares, conocidos en su tiempo como el “partido militar”, que era solamente el partido oligárquico dentro de las FAAA. Cambiemos, es la expresión del poder real y antinacional de oligarcas, gerentes imperialistas y accionistas de entidades financieras con sede, normalmente, en el extranjero.

Han retornado al poder, con sed de revancha y venganza, tras cuatro décadas de sufrir la estigmatización social y doce años de temer la pérdida (que nunca se concretó, aunque siempre sobrevoló como amenaza potencial en sus conciencias) de todo lo que habían conseguido gracias al régimen del 76.

VII – El gradualismo oligárquico y el fraude de campaña

Su implacable ansia fría de destrucción se va montando sobre nuestro país de a poco, con el «reformismo permanente» de que habla el chozno de genocidas Marcos Peña Braun, el heredero de una fortuna amasada en el ámbito apátrida y prostibulario del puerto libre de Punta Arenas.

Su espuma sucia asoma por todas partes, tal como la maquinaria totalitaria del nacional socialismo fue apoderándose de cuerpos y almas en la Alemania de la década del treinta: paso a paso, hasta el momento fatal de destrucción final del sistema, que tarde o temprano sobrevendrá, sea por un estallido popular o por una crisis externa que tomará desarmado al país.

El Pro gobierna tras haber engañando la buena fe de millones de compatriotas que de ninguna manera votaron este plan para la destrucción del país vigente desde diciembre del 2015. No se puede olvidar que el actual presidente negó rotundamente que si llegaba al poder fuera a llevar a cabo estas medidas.

Macri llegó a acusar de mentiroso en público, ante las cámaras y durante el debate televisado por el balotaje, a su rival, Daniel Scioli. Pero Scioli anunció punto por punto lo que ocurriría si vencía el macrismo.

Ahora estamos bajo un régimen de vocación colonial que llegó al poder por fraude de campaña. A los regímenes coloniales se los debe enfrentar, acorralar y paralizar cuanto antes, para acelerar así su derrota. No hay, no nos dejan, otra salida.

Carecen de toda relación con las necesidades del país porque su única patria reconocible son los cubiles y guaridas fiscales donde ponen las riquezas que logran arrebatarnos. Quien no se ha dado cuenta aún del carácter del régimen macrista es porque no quiere verlo.

VIII – Un frente de salvación nacional para que se vayan

Ante semejante panorama lo urgente es impedir, y empezar a hacerlo ya mismo, que este sistema de opresión, brutalidad y entrega se estabilice en el mediano y largo plazo. No podemos seguir dejando que la plutocracia oligárquica siga desempeñándose como la única fuerza actuante en nuestra vida política y social.

Para ello, la tarea de la hora es deponer toda desconfianza entre las víctimas del régimen colonial, que nos tiene a todos en la mira. Toca hoy a los argentinos hacer lo que hacen los pueblos dignos en los momentos de prueba: constituir un Frente de Salvación Nacional que unifique a todos los afectados, cualquiera sea su origen político y posición social, por la minoría apátrida que busca nuestra perdición a manos del gran capital extranjero y sus aliados locales. Un frente capaz de actuar armónicamente para terminar con su tiranía.

Con esa unidad, se van.

Los socialistas de la Izquierda Nacional, desde el partido Patria y Pueblo, convocamos a todas las fuerzas políticas del campo popular a percibir la gravedad del momento que vivimos. Llamamos especialmente a los dirigentes del peronismo a no dar tregua a este gobierno colonial, deponer rencores internos y aprovechar esta justa lucha para revalidar sus liderazgos ante un pueblo que está expectante. Espera que lo convoquen a unirse en un sólido frente unificado de resistencia y oposición al intento de convertir nuestra amada patria en una factoría gerenciada a distancia.

Pero además, afirmamos que es necesario garantizar no solo que esta secta de oligarcas y cipayos abandone el poder, sino que jamás pueda volver a recuperarlo, por ninguna vía. Desde 1955, la oligarquía (que ahora se conoce como “estáblishment”) nos ha montado en una siniestra montaña rusa, donde a medida que avanzamos decrece la altura de los picos y se profundiza la hondura de las caídas. Desde ese año fatídico, vivimos avances cada vez más condicionados y retrocesos cada vez más brutales.

Patria y Pueblo, en el absoluto convencimiento de que es la única salida que estos parásitos nos dejan, propone un programa para impedir que retornen jamás, tomando al toro por las astas y dirigiendo toda la potencia de un pueblo en marcha a resolver el problema de fondo que sufre el país.

  1. Un programa profundo, para que no vuelvan nunca más

Es un programa de salvación nacional cuyos lineamientos generales se reducen en pocos puntos, y que proponemos como base para discutir las características centrales del eventual acuerdo programático que permita constituir el gobierno de salvación nacional que es la tarea de la hora para el pueblo argentino.

  1. a) declarar la emergencia institucional y considerar insanablemente nulos todos los actos de gobierno que se hayan llevado a cabo al margen de lo estipulado por la Constitución Nacional. Esto debe entenderse en el más extenso y profundo de sus sentidos. Un Poder Ejecutivo que atropelló la Constitución en el momento mismo de la jura, como lo hicieron Mauricio Macri y Gabriela Michetti, pulverizó en ese mismo instante toda la legitimidad que le asistía, incluyendo la escasa que había obtenido a través del fraude de campaña electoral de 2015.

Cuando presidente y vice se niegan a seguir el texto constitucional en el momento de la jura revelan cuán poco les interesan, en realidad, las instituciones. Y cuando omiten la promesa de gobernar con patriotismo revelan que dirigirán el país sin la menor consideración hacia el interés nacional.

El Pro (y su comparsa de radicales que se burlan de su mejor pasado) está desde hace dos años en el poder. Esa experiencia dolorosa nos revela que ningún gesto es banal en estas materias, que nada puede tomarse a la ligera. Los argentinos debemos tener gobiernos que juren por la Patria y hagan honor a su compromiso. Tan bajo hemos caído bajo el régimen macrista que hasta esta perogrullada debe ser recordada y su validez debe ser garantizada por la fuerza popular.

Un decreto de recuperación institucional deberá poner fin a los actos más aberrantes en este sentido, y otros, que serán emitidos según convenga y corresponda, restaurarán el estado de derecho así atropellado. Todas las instituciones, ONGs, y organizaciones del más diverso tipo que hayan participado de la violación de la Constitución iniciada el 10 de diciembre de 2015 serán ilegalizadas y sus conducciones serán detenidas preventivamente, en aplicación de la draconiana doctrina Irurzún contra quienes la han propiciado y pergeñado. Y será así hasta que dejen de representar un peligro para la ciudadanía.

  1. b) declarar la plena vigencia de la soberanía popular y del derecho del pueblo a expresarse y manifestarse con libertad. Todas las formas de violencia institucional o parainstitucional serán declaradas acciones terroristas dirigidas contra el pueblo argentino, y serán castigadas con todo el peso de la ley.
  1. c) declarar la emergencia económica y financiera; en principio, esto deberá empezar retomando la remisión al parlamento de la determinación y manejo de la deuda externa argentina, tal como lo hizo en 2001 el Dr. Adolfo Rodríguez Saá, en un intento de hacer respetar la letra y espíritu de la Constitución, que permitió luego al Dr. Néstor Kirchner negociar con nuestros acreedores desde una posición de fuerza. El sometimiento engendra sometimiento, pero la soberanía engendra soberanía.

Lo mismo se hará con todos los procesos de privatización que se hayan realizado desde el año 1955 hasta el momento en que se instale en el poder el gobierno de salvación nacional, con especial (pero no exclusivo) énfasis en los perpetrados a partir de 1989. El retorno de sus activos al dominio público será compensado a precios de mercado, previa deducción de cualquier fraude o daño, comprobable o aún presunto en ciertos casos, contra el pueblo argentino mientras estuvieron en manos privadas.

Al mismo tiempo, el Estado recuperará para el país su hasta ahora única fuente de renta nacional efectiva, la fertilidad del suelo pampeano y su cercanía a las grandes rutas de navegación, con una progresiva pero veloz estatización de las grandes empresas agropecuarias pampeanas. Se constituirá sobre ese cimiento una Empresa Nacional de Producción Agropecuaria, equivalente agrario de las grandes empresas nacionales de hidrocarburos o minerales que siempre –incluso bajo aparente carácter “privado”- constituyen el punto de partida de cualquier empresa de industrialización nacional seria, en cualquier parte del mundo. Esta empresa estará bajo el comando de cuadros técnicos seleccionados en las universidades y agrotécnicas públicas con directa supervisión del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.

Las empresas mineras deberán rendir cuentas de todas sus operaciones y en caso de que se demuestre el carácter doloso y lesivo al interés nacional de sus actos deberán compensar con su patrimonio al pueblo y la nación argentina. La explotación e industrialización de bienes y minerales estratégicos será nacionalizada y sometida a planificación minuciosa de su desarrollo.

  1. d) Se declarará la emergencia industrial nacional. Una profunda política industrialista contará con el Estado como protector y socio de los pequeños y medianos empresarios del agro y la ciudad, a los que se inducirá por múltiples vías y en especial por un Banco de Desarrollo constituido como planificador financiero del desarrollo a orientar sus actividades hacia el mercado interno en primer lugar.

Todos los recursos disponibles y los que se vayan generando serán utilizados para garantizar la construcción de un tejido industrial autocentrado, capaz de generar en el mediano plazo, como mínimo, la masa de capitales que el país irá requiriendo para su ulterior crecimiento. De este modo, la Argentina saldrá del cepo agropecuario que yugula sistemáticamente su pleno crecimiento. Una industria de bienes intermedios, construida con la renta agraria, es la única base sólida que puede haber en nuestro país para una democracia real y estable.

  1. e) en paralelo, corresponde declarar a la Nación en estado de emergencia financiera y comercial; nacionalizar el comercio exterior, la banca y los puertos serán tres aspectos ineludibles de esta medida, para poner punto final a la yugulación de nuestro crecimiento económico por el estáblishment que hoy representa tan bien el régimen macrista.
  1. f) también habrá que declarar la emergencia diplomática y de defensa nacional; la Argentina deberá establecer a máxima velocidad un nuevo sistema de alianzas globales que le permita sostener en un mundo cada vez más interdependiente el camino de soberanía económica y política arriba esbozado.

Se tendrá permanentemente en cuenta la necesidad de reconstruir la unidad nacional latinoamericana y se darán los pasos para ir consolidándola a la mayor velocidad, en particular (pero no exclusivamente) a través de una creciente unidad con el Brasil mientras se impulsa la constitución de un sistema unificado de representación de los países hispanoamericanos para dotar al país más grande de América Latina de un interlocutor digno de su tamaño y posibilidades.

Las Fuerzas Armadas deberán ser dotadas de precisas hipótesis de conflicto, y sus presupuestos, dotación humana, materiales y despliegue deberán ser modernizados y optimizados en función de ellas. La población en general deberá ser entrenada para resistir cualquier agresión externa. Toda la diplomacia y defensa de la Nación quedarán definidas a partir de los alineamientos producidos durante la guerra de las Malvinas, la recuperación de cuya soberanía junto a la de cualquier otro territorio nacional ocupado o disputado constituirá una de las tareas fundamentales que deberán atacar la diplomacia y la defensa.

  1. g) reconstruir la educación superior y media, con creciente énfasis en los sistemas científico-técnicos y una progresiva absorción de los institutos privados de educación universitaria por el Estado. Se dará por nulo e irrepetible el apartamiento de la tradición educativa nacional que implicó la ley universitaria desarrollista de Arturo Frondizi. Un impulso inédito de construcción masiva de edificios escolares permitirá reordenar el sistema educativo, con plena y activa participación de los principales interesados, que son sus trabajadores.
  1. h) declaración de la emergencia habitacional, previsional y de salud pública.

La vivienda será considerada un bien social, y el Estado asumirá un rol central en la construcción masiva de unidades habitacionales, así como en la regulación del mercado de alquileres y tierras.

Todas las prestaciones de salud que se hayan dejado de brindar serán restauradas a máxima velocidad. El Estado, que de hecho dispone de los medios materiales para hacerlo, detentará el monopolio de la producción de todas las monodrogas esenciales para asegurar el bienestar general, y asistirá en los casos especiales a quienes necesiten tratamientos de alto costo en los que su vida esté en riesgo.

En este plano específico, con un enfoque multidisciplinario, el sistema científico y técnico se orientará, fundamentalmente, a la solución de los males endémicos que afectan a la salud pública. Las maniobras de mercado de los grandes monopolios farmacéuticos, nacionales o privados, serán penadas con rigor draconiano. Nadie puede obtener sobreganancias con la salud de los argentinos. Un vasto sistema de hospitales públicos, complementado con obras sociales sindicales, reemplazará progresivamente a las empresas comerciales que convirtieron la salud en una mercancía y la alejan de las grandes masas de la población.

  1. i) se declarará la emergencia comunicacional: la legislación derogada por decreto en el plano de la comunicación de masas será restituida provisoriamente, hasta que un gran debate nacional determine si es suficiente o insuficiente para satisfacer el derecho a la libertad de expresión en que se sustenta cualquier régimen realmente democrático. Estará estricta y taxativamente prohibido además que capitales extranjeros dispongan de capacidad de influir sobre ningún medio de comunicación que actúe en la Argentina.

Aquellos medios de comunicación cuya propiedad o licencias se hayan obtenido bajo tortura o extorsión de cualquier tipo serán nacionalizados inmediatamente, y los responsables o herederos de esos hechos aberrantes serán juzgados bajo las mismas normas que lo han sido los militares y miembros de fuerzas de seguridad que actuaron bajo el gobierno de 1976 a 1983.

La financiación del sistema dejará progresivamente de estar centrada en la publicidad. Las grandes empresas publicitarias de capitales foráneos serán declaradas fuera de la ley argentina debido al poder e influencia que ejercen, siempre en el sentido de la dependencia y de la brutalización de la audiencia, sobre los contenidos que respaldan y aquellos que rechazan.

Llamar a una Asamblea Constituyente para que estas propuestas tengan rango constitucional.

Patria y Pueblo pone estos lineamientos a consideración para iniciar el debate que la Argentina exige de sus políticos, sindicalistas y dirigentes religiosos, culturales y sociales honestamente comprometidos con el bienestar de las grandes mayorías y la grandeza de la Nación. Convocamos por este medio a constituir mesas de unificación del campo nacional y popular que converjan, a la mayor brevedad posible, en el triunfo del pueblo argentino sobre la representación encarnada de la antipatria, que hoy lleva el nombre de Mauricio Macri, y siempre llevó el signo de la extranjería marcado en su frente.

 

Patria y Pueblo – Socialistas de la Izquierda Nacional

Mesa Nacional:

Néstor Gorojovsky – Secretario General

Bailón Gerez – Aurelio Argañaraz – Rubén Rosmarino – Pablo López – Hugo Santos – Jacinto Paz – Gastón González – Juan Maria Escobar

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