Hace 57 años se creaba la empresa Yacimientos Carboníferos Fiscales en sustitución de la «Dirección General de Combustibles Sólidos Minerales». Encargada de la explotación, transporte y comercialización del carbón del yacimiento Río Turbio, Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF) funcionó desde 1958 hasta su privatización en 1994. Fue reflotada a partir del año 2002 mediante la reactivación de la mina de Río Turbio por parte del Estado Nacional.
Yacimientos Carboníferos Fiscales, una historia oculta
La primera luz y una larga sombra
Río Turbio se encuentra en la provincia de Santa Cruz, en el extremo austral de la Patagonia continental. Es centro minero, donde el carbón y el hollín lo cubren todo. Está recostada sobre faldeos bajo los cuales existe la mayor reserva nacional de carbón.
Las primeras noticias de la existencia de carbón en la región, datan del año 1883, cuando exploradores se encontraban realizando un viajes en la región. Las reservas carboníferas dormirían largas décadas sin ser explotadas dado el interés del imperialismo británico de continuar abasteciendo a nuestro país, no sólo de manufacturas, sino también del célebre carbón inglés, el mismo que pondría escollos en el incipiente desarrollo petrolífero nacional a fines del siglo XIX. Incluso, en el Pacto Roca-Runciman de 1933 la Argentina se comprometía a comprar a Gran Bretaña el total de carbón que consumía libre de derechos de importación.
El amanecer de una pujante empresa estatal para el desarrollo industrial
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, por la coyuntura bélica, la Argentina se encontró de pronto desabastecida de carbón, un producto entonces importado del que dependía la generación eléctrica, los ferrocarriles, las acerías y gran cantidad de industrias. Por ello, en mayo de 1941, por Resolución del Directorio de Y.P.F., se crea la División Carbón Mineral, que toma a su cargo el estudio de los carbones nacionales y su explotación.
Dada la envergadura del naciente emprendimiento, debe tenerse presente el rol protagónico que asumió el Estado como propulsor del desarrollo nacional y la integración regional a través de la conformación de polos de desarrollo. En esta lógica, la consolidación de la cuenca carbonífera de Río Turbio bajo la forma de enclave productivo convirtió la explotación del carbón en la principal actividad de la región de Río Turbio.
Luego, en 1943, se creó por decreto la Dirección Nacional de Energía. Dos años más tarde se dictó su Estatuto Orgánico, dando origen a la Dirección General de Combustibles Sólidos Minerales. En una primera etapa se realizó la apertura de la llamada Mina 1 de Río Turbio, la cual se caracterizó por la exploración geológica y los primeros trabajos de extracción con técnicas manuales. Desde allí, el carbón era cargado en camiones para ser llevado a Río Gallegos.
En 1947, durante la presidencia del General Juan Perón, comenzó la extracción en la Mina 2. En sus comienzos, la misma imponía grandes sacrificios a los mineros, ya que no contaban con máquinas perforadoras ni equipos adecuados.
En un principio, el mineral era transportado a Río Gallegos mediante camiones a nafta, los cuales utilizaban más energía que la que llevaban como carbón. Posteriormente, se adquirió una flota de camiones a vapor Sentinel, a los que popularmente se los llamó chufi. Estos camiones fueron los últimos a vapor construidos en el mundo. Eran de diseño moderno, pero todavía usaban buena parte de su carga como consumo en el viaje de 520 km entre Río Turbio y Río Gallegos y retorno. Se hacía necesario el ferrocarril para realizar la tarea adecuadamente.
En 1950 se abrió en Río Turbio la Mina 3. Ese año se inauguró una planta depuradora y se comenzó la construcción del ramal ferroviario entre Río Turbio y Río Gallegos. El Ingeniero Atilio Cappa, empleado del Ministerio de Obras Públicas, estaba a cargo de las obras del ferrocarril. En mayo de 1951, faltaban apenas 3 km para que el ramal quedara terminado. Fue completado en setiembre después de pasar el crudo invierno.
Con la inauguración en 1951 del histórico tendido férreo de trocha angosta, llamado originalmente Ramal Ferro-Industrial “Eva Perón”, el carbón pudo acarrearse hasta Río Gallegos por medio de una locomotora a vapor y formaciones de hasta sesenta vagones carboneros.
El yacimiento de Río Turbio concentraba con exclusividad la extracción del carbón mineral en el país. En términos genéricos existen dos tipos de carbón. El carbón coquizable (o carbón de coque), utilizado en la industria siderúrgica como insumo en la producción de acero (utilizado por la siderurgica estatal SOMISA). El segundo tipo de carbón es el de tipo térmico, su demanda en el país está destinada a la generación de electricidad. Para ello, es necesario que las centrales termoeléctricas estén habilitadas para utilizar como insumo indistintamente gas oil, fuel oil y carbón térmico, en función de decisiones estratégicas de explotación de los recursos del subsuelo no renovables.
Un rasgo propio del enclave carbonífero como organización social, así como en los de la YPF de Mosconi y Baldrich, es que su sistema económico se encuentra estructurado a partir de la unidad productiva asentada en el territorio. Los servicios sociales y comunitarios, el mercado de trabajo y la vida institucional están directamente vinculados con el centro de producción. Algunos de los servicios que brindaba YCF eran: provisión de agua, servicios cloacales, energía eléctrica y distribución parcial de calefacción central por redes; provisión de carbón para calefacción a familias carenciadas, complejo deportivo y cine, cesión de tierras, transporte escolar, etc.
El 6 de agosto de 1958, mediante decreto presidencial de Frondizi, se creó la empresa estatal Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF), sustituyendo a «Combustibles Sólidos Minerales”, que hasta ese momento se había encargado de la explotación. Desde ese momento, el derecho de usufructo del carbón residual de petróleo le correspondía a YCF.
Cuatro años más tarde, en 1962, YCF se hace cargo de la comercialización residual de petróleo producido en las destilerías de La Plata y Luján de Cuyo. La comercialización de carbón residual resultaba más redituable para la empresa que el carbón mineral, contribuyó a mantenerla económicamente y le permitió subsidiarse.
El anochecer en dictadura y en democracia
La última dictadura militar le quitó a la empresa el monopolio la comercialización de carbón residual, contribuyendo a ahondar los cuellos de botella por los que la empresa transitaba. Con la vuelta de la democracia en 1983 le es restituido a YCF ese derecho, de forma que, entre 1984 y 1990, los ingresos originados en la venta de carbón residual pasan a ser del 5% al 81% de los ingresos de la empresa. Fue la restitución del derecho sobre la comercialización de carbón residual aquello que le permitió a YCF revertir su déficit operativo.
El primer antecedente a la privatización de la empresa lo podemos encontrar en el año 1987. Dicho precedente es el mismo que tuvieron todas las empresas privatizadas, es decir el intento privatista impulsado por un sector de la UCR, liderado por Rodolfo Terragno, Ministro de Obras y Servicios Públicos del gobierno de Raúl Alfonsín. Este personaje siniestro formó un equipo para ir preparando al Estado para privatizar las empresas públicas. En el caso de YCF, se quiso reestructurar la empresa, inclusive hubo un intento de reducción de la sede de Buenos Aires, ya que privatizar YCF sería más sencillo si en Buenos Aires quedaba reducida a la mínima expresión.
La penumbra total de la entrega al capital privado
Ya en el marco del programa de privatizaciones de la administración neoliberal de Menem dictado desde el Consenso de Washington, YCF quedó sujeta a privatización o concesión según la atroz ley de “Reforma del Estado” (N°23.696).
Uno de los principales consejos de los denominados “manuales privatizadores” se relaciona con el “saneamiento” de las empresas sujetas a privatización, como medida previa al llamado a licitación. Es decir, el desguace de la empresa estatal para justificar y hacer más atractiva su entrega al capital privado, el cual aparecería presentado como “mágico curalotodo”, al decir de Scalabrini Ortiz.
En el caso del complejo carbonífero de Río Turbio, así como en otras nefastas privatizaciones, el “saneamiento” de la empresa estuvo a cargo de una intervención dispuesta por el Poder Ejecutivo. Entre su ‘faena’ se encuentan: la racionalización orientada a la reducción de su personal, la liquidación de inmuebles improductivos y la transferencia a la provincia de Santa Cruz de la provisión de los servicios públicos históricamente brindados por YCF.
Asimismo, y así como lo había hecho el gobierno de facto, la intervención avanzó en la desregulación (parcial en 1991 y total en 1992) de la comercialización del carbón residual de petróleo. Esta decisión profundizó el desfinanciamiento operativo de YCF y la debilitó aún más en los años previos a su privatización.
Una vez concluido el proceso de desguace, el PEN habilitó la concesión integral del complejo carbonífero, ferroviario y portuario propiedad de YCF. Además, se comprometió un innecesario subsidio estatal fijo como forma de saldar la diferencia entre los ingresos por la explotación del complejo y sus gastos operativos.
En julio de 1994, después de algunos intentos, se entregó el derecho de explotación del complejo a Yacimientos Carboníferos de Río Turbio Sociedad Anónima (YCRT S.A.). Se determinó un plazo inicial de diez años y un subsidio anual de US$ 22,5 millones para la operación privada del complejo. La composición del consorcio YCRT S.A. fue diversa, pero, a raíz de un acuerdo entre los accionistas, el empresario apátrida Sergio Taselli, a través de IATE S.A., lideró la gestión y la operación del yacimiento.
En los años posteriores se evidencia hasta qué punto la estrategia elegida para la operación privada del complejo resultó favorable para el consorcio privado YCRT S.A.: En el acumulado del período 1994/2000, alcanzó una rentabilidad sobre ingresos (sin considerar el subsidio estatal) del 8,2%, lo que le proporcionó una masa acumulada de beneficios de US$ 11,5 millones.
En este contexto, llama poderosamente la atención el resultado divergente que tuvo para el Estado Nacional y el consorcio privado la experiencia de operación concesionada del complejo. Mientras el operador privado logró una rentabilidad extraordinaria (teniendo en cuenta el subsidio), el Estado desembolsó, entre 1994 y 2000, un total de US$ 144,4 millones en forma de subsidio. De hecho, fue justamente el monto anual de este subsidio aquello que le permitió al consorcio YCRT S.A. obtener resultados finales positivos de 1996 en adelante. En otras palabras, una estafa al Estado Nacional y al Pueblo argentino.
El 8 de febrero de 1995, por resolución del Ministerio de Obras y Servicios Públicos, se creaba la Comisión de Seguimiento del cumplimiento de la concesión, dependiente de la Secretaría de Energía, encargada de fiscalizar el correcto cumplimiento de los contratos de usufructo y concesión de la explotación de YCRT S.A. A pesar de las gravísimas irregularidades, sobreprecios, nula inversión e innumerables incumplimientos contracturales por parte del concesionario, absolutamente todos los controles fracasaron, sólo se procedió a la quita tardía del subsidio estatal. Esta situación no hizo más que reafirmar los dichos en oposición a los controles al capital privado y elogiosos de la gestión estatal que Scalabrini Ortiz había plasmado en su obra medio siglo antes.
Comienza a amanecer
El 15 de mayo de 2002, la Secretaría de Energía, decide, luego de tomar conocimiento que la empresa YCRT S.A. había solicitado concurso preventivo, declarar la nulidad del contrato con la misma. Un mes más tarde, se aprueba de rescisión de la concesión integral del Yacimiento Carbonífero de Río Turbio y de los servicios ferroportuarios con terminales en Punta Loyola y Río Gallegos. El consorcio privado que habia llenado sus bolsillos vaciando la empresa, se retiraba ‘exitoso’ del negocio.
Posteriormente en junio de 2002, mediante Decreto Nº 1052/2000 se aclara que la recesión “no implica la explotación de ese complejo (por parte del Estado) limitándose exclusivamente a su mantenimiento en condiciones óptimas”.
Este decreto, dejaba prácticamente cerrada la empresa, por lo que se vio movilizada toda la población de la región, y sus representantes, hasta lograr su derogación, la que se efectivizó el 25 de junio de 2002. Yacimientos Carboníferos Fiscales se convertía así en la primera empresa privatizada en volver a manos del Estado Nacional.
La reestatización de la empresa situó al Estado Nacional frente a una encrucijada: volver a explotar el mineral o cerrar el complejo definitivamente enfrentándose al Pueblo. La decisión política logró que la empresa volviera a la senda de la explotación estatal del recurso con una reactivación integral, especialmente con el “Plan de Recuperación” lanzado en 2005.
Desde 2003 el Gobierno Nacional ha dado algunos pasos que se encuentran en el camino hacia la consolidación de la soberanía energética y la diversificación de la matriz energética nacional. La primera medida fue la creación de una empresa nacional de hidrocarburos, ENARSA, con incumbencia directa en el campo de los minerales sólidos. La segunda medida es el avance sobre un antiguo proyecto de la región: la construcción de una central termoeléctrica en Río Turbio con una potencia bruta de 240 MW. La tercera, de mayor peso, aunque no vinculada directamente al carbón pero de la mano de la soberanía energética, fue la recuperación para el Pueblo argentino de la mayoría de las acciones de aquella empresa que fuese la primera petrolera estatal del mundo, YPF. Asimismo fuimos testigos del paso en falso que significó la sanción de la nueva ley de hidrocarburos.
Actualmente la empresa Yacimientos Carboníferos Río Turbio. se encuentra en funcionamiento con personal transferido por parte de YCRT S.A. Ha adquirido 2 locomotoras búlgaras y ha puesto en funcionamiento 100 nuevos vagones ferroviarios de fabricación nacional (EMEPA S.A.), además de la reparación de los 190 vagones existentes. Un dato no menor, es que el 10 de julio de 2015 se concretó el primer fuego de la usina termoeléctrica (de una potencia bruta de 240 MW) que dió inicio al proceso de verificación de los sistemas de caldera para pasar luego a la etapa de sincronización del primer generador de vapor que permitirá el despacho de energía al Sistema Interconectado Nacional. El yacimiento mantiene un nivel de producción aceptable, teniendo en cuenta las condiciones en las que se recibió la empresa, pero que no resulta suficiente para el futuro.
El futuro lantente del carbón para el desarrollo de la Patria
Como se detalló anteriormente, la explotación del carbón en Río Turbio surge en el contexto de la segunda guerra mundial, y la necesidad de conseguir combustibles en el territorio nacional para cortar con la dependencia en esta materia. También la explotación aparece por necesidades geopolíticas, ya que la región es un punto estratégico muy cercano a la frontera y a Tierra del Fuego, centro de la República Argentina Bicontinental y Bioceánica.
En nuestro país, el carbón es un recurso mineral en desuso por intereses extranjeros que han anhelado siempre impedir nuestro desarrollo autónomo. Próceres ‘olvidados’ por la historia oficial nos muestran el camino a seguir en la explotación de los hidrocarburos con el fin de alcanzar nuestra independencia económica: los generales Mosconi y Baldrich en YPF, el Ing. Canessa en Gas del Estado, el especialista en minerales Luciano Roque Catalano, y militantes incansables por la nacionalización del subsuelo mineral como Diego Luis Molinari y Arturo Sampay y también los célebres Yrigoyen y Perón, no deben ser dejados al costado al pensar un modelo de soberanía energética.
Desde esta agrupación de Pensamiento Nacional entendemos que la empresa carbonífera estatal debe ponerse al servicio de la industrialización del país. En el pasado lo hizo de varias maneras, entre ellas suministrando el carbón usado en el proceso de producción de acero en la SOMISA del Gral. Savio.
Es de destacar que el carbón puede aprovecharse en materia ferroviaria en locomotoras a vapor, las cuales, con tecnologías propias de avanzada, son una excelente forma de aprovechamiento de los recursos disponibles para el renacimiento del vapor como alternativa viable y eficiente de tracción ferroviaria. Así lo demostró Ing. Livio Dante Porta con sus trabajos de mejoras sustanciales en la tracción a vapor. Sus destacadas labores fueron llevadas a cabo inicialmente en el país a través del diseño y la construcción de la locomotora “La Argentina” en 1949 y luego en la administración del Ramal Ferro-Industrial de Río Turbio de YCF en 1957. Durante su gestión en Río Turbio, reformó la flota de locomotoras a vapor Mitsubishi, otorgándoles altos niveles de eficiencia gracias a su sistema «GPCS» y al sistema de escape Kylpor (Kylala/Porta). Años más tarde, la dictadura antinacional de 1976 lo obligó a exiliarse, y Porta debió continuar con sus fructíferos trabajos en otras partes del mundo como en Cuba, Inglaterra y Estados Unidos, entre otros, antes que fuera posible su regreso al país.
Sabemos que la Argentina industrial necesitará enormes cantidades de energía para sus establecimientos fabriles. No sería posible concebir un país autosuficiente sin una matriz energética diversificada que incluya al carbón, como así también a los recursos renovables. Sobre este último punto es necesario hacer un llamado atención sobre aquellos sospechosos organismos que bregan por el uso inmediato y exclusivo de recursos renovables en materia energética omitiendo las limitaciones de tiempo y recursos necesarios. A pesar de la buena fe de sus seguidores, advertimos que desde sus usinas de difusión se trata de poner escollos a nuestra industrialización que desarrollará, desde el Estado, a su tiempo y con tecnología nacional, energías más limpias para el paulatino abandono de combustibles fósiles.
Por último, no olvidamos que el capital extranjero será un factor peligroso para la explotación del carbón. Así lo expresaba el General Baldrich en relación a los recursos naturales: “En todas partes se cree como dogma económico que el capital extranjero es indispensable para el desarrollo de los recursos naturales, y nadie parece advertir que ese desarrollo hace rico a los extranjeros y deja más pobres que antes a los naturales; y que lo que se necesita es la organización interna del propio capital.”
Desde La Baldrich creemos que es un imperativo profundizar el rumbo hacia la movilización industrial. Allí, sin duda, la empresa carbonífera estatal cumplirá un rol importante.
“El verdadero capital que necesitamos es la movilización de la iniciativa y el trabajo argentinos” Raúl Scalabrini Ortiz
Fuentes:
La privatización de Yacimientos Carbonífeos Fiscales: ¿negocios privados = subsidios y (des)control público? de Carolina Nahón
Yacimientos Carboníferos Fiscales y su proceso de privatización Jorge Rossi y María Dolores Picot
YCRT Web Oficial
Memoria de las Privatizaciones – Ministerio de Economía
Política Británica en el Río de la Plata de Raúl Scalabrini Ortiz
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